¿Hacia dónde? (III)


Definiendo el rumbo del Socialismo del siglo XXI 
Por Alfonso Monsalve Ramírez

4.  El gran torrente anticapitalista
En suma, la crisis global que padece el capitalismo, la imposibilidad de encontrarle solución real dentro del modelo vigente y la pretensión de descargar sus peores consecuencias sobre grandes masas que no tienen ninguna culpabilidad ni responsabilidad sobre esta situación, antes bien, son sus verdaderas víctimas, se unen en el más vasto torrente que clama transformación. En el centro de esta caudal están los partidos políticos socialistas, comunistas (o sus afines[1]) y de izquierda en general. A lado y lado, en una gama que va desde los muy moderados hasta los muy radicales, lo ensanchan movimientos sociales que emergieron en la segunda mitad del siglo 20. La totalidad es una amalgama cuyo eje es el sentimiento y un grado creciente de conciencia anticapitalistas.

 Las nuevas sensibilidades
La progresiva unificación del mundo bajo el impulso del capitalismo ha conferido fuerza de movimientos globales a ciertas reivindicaciones que anteriormente parecían características solamente de pequeños sectores de la sociedad. La inasible retórica postmodernista las ha denominado nuevas sensibilidades. En ellas se amalgaman, invertebradamente, el movimiento ecologista, los movimientos humanistas, la liberación femenina y la visibilización de la sexualidad humana en toda su diversidad y complejidad, la defensa fundamental de la vida, la irrupción protagónica de la juventud especialmente a partir del movimiento conocido como el Mayo del 68, en Francia, los encendidos reclamos por los derechos de información y comunicación.

- Movimiento ecologista.
Con raíces en actitudes y acciones individuales precedentes[2], importantes pero todavía aisladas, el movimiento ecologista o ambientalista cobra fuerza como expresión social hacia mitad del siglo XX al impulso del desarrollo de tecnologías basadas, primero, en la energía del petróleo, y luego, en la atómica y nuclear al finalizar la Guerra Mundial II. Pero su eclosión como movimiento que se amplía internacionalmente se da por los años 70 y 80, cuando aparecen los primeros partidos verdes.
La explicación puede estar en la aceleración del desarrollo industrial post bélico que paulatinamente se ha globalizado, y en diferentes accidentes y eventualidades como el descubrimiento del agujero –creciente– en la capa de ozono, el cambio climático, la lluvia ácida, la contaminación genética y otros factores que rápidamente muestran la relación existente entre el modelo de desarrollo económico vigente cuyo motor es la exigencia cada vez más intransigente de ganancias privadas a toda costa, pasando por encima de los evidentes perjuicios ya no sólo sociales y económicos, sino en la preservación de la naturaleza, la protección de la vida vegetal, animal y humana, y los riesgos crecientes de extinción de especies vivas, de recursos vitales y de condiciones indispensables para la vida humana y aun para su propia supervivencia como especie.
Zigzagueante y contradictorio, en unos frentes se fortalece mientras en otro se desvirtúa, bien por el desconocimiento de qué es lo que hay que combatir y qué lo que se debe proponer, bien por acción confusionista y entorpecedora de los propios responsables del deterioro ambiental. No deja de ser altamente sospechoso, por ejemplo, el énfasis con que algunas fuerzas han levantado las banderas “contra el extractivismo”, justamente en el momento histórico en que las riquezas naturales de los países proveedores de materias primas, de las “commodities”, de valiosos recursos naturales en una palabra, adquieren valor económico como nunca antes lo tuvieron, debido a la sed urgente que de ellos padecen las naciones desarrolladas debido al nuevo impulso al desarrollo industrial por el aumento global del consumo y por las nuevas tecnologías.
Pese a estos tropiezos, es un movimiento que ha crecido y se fortalece, cobrando consciencia de que es el modelo económico capitalista el gran generador de contaminación y deterioro ambiental.

- Movimiento Humanista
El humanismo como concepción filosófica y ontológica de la existencia humana es de hecho un movimiento universal del pensamiento humano que ha tenido expresiones diversas, individuales o grupales, teóricas lo mismo que condensadas en organizaciones y grupos activistas sociales, académicos y políticos desde tiempo atrás, particularmente desde el renacentismo y el iluminismo.
Se incluyen aquí dos de estas expresiones concretas, el Movimiento Humanista Siloísta y al Humanismo secular, por cuanto son las que tienen mayor presencia en la actualidad, el primero más orientado a la participación activa e incluso militante en las grandes luchas sociales del presente (si no mayor cuantitativamente sí con influencia en diferentes regiones y países), una de cuyas banderas, la no violencia, adquiere especial trascendencia ante la inclinación capitalista a resolver sus crisis por medio de la guerra; el segundo con manifestaciones y tomas de posición filosóficas y doctrinales de mayor consistencia y coherencia intelectual, teórica y conceptual, aunque más limitado en expresiones políticas y sociales prácticas.
Sin entrar a ningún debate entre unos y otros enfoques y acciones concretas, es posible destacar que, tanto uno como otro movimiento, coinciden en su posición severamente crítica de las prácticas del capitalismo en general, y en particular, del capitalismo financiero, concentrador, especulador, expoliador de los esfuerzos de la humanidad laboriosa.
Este capitalismo financiero recibe todas las expresiones de rechazo y condena de estos Movimientos humanistas, y tanto uno como otro expresan su requerimiento de una nueva civilización, acorde con las concepciones más avanzadas de su humanismo. Sus ejes doctrinario y operativo los unen y los integran a este torrente anticapitalista.

- La liberación femenina
Federico Engels expresó en alguna parte la idea de que las condiciones en que vive la mujer revelan el atraso o el avance de una sociedad.
Es por esto que la liberación femenina va más allá de la conquista progresiva de la igualdad de género para la mujer, con las secuelas positivas de reconocimiento, ya no solamente de las fortalezas naturales que le confiere la maternidad, sino de sus valores intrínsecos para desempeñarse igual o mejor que el varón en casi todos los frentes de la actividad humana.
Podría hablarse también de la revolución sexual, queriendo indicar con ello la superación paulatina de muchos de los tabúes oscurantistas que distorsionaron secularmente las nociones más elementales sobre la sexualidad humana.
Luchas como los derechos tanto a la concepción como al aborto, a la libertad de elección de las preferencias sexuales, contra el celibato sacerdotal obligatorio y las denuncias de prácticas pederastas, derivaron de las batallas liberadas por millones de mujeres contra la aberrante situación en que ellas simplemente vivían en condiciones de marginamiento sexual, cultural, social, laboral y político, mientras que ni siquiera se planteaba como tema de debate la permisividad absoluta para el varón en las mismas áreas.
Las condiciones materiales y sociales en que la mujer tiene que desempeñar las funciones de la maternidad condensan la división de la sociedad en clases antagónicas. Dependiendo de esas condiciones, la mujer de las clases dominantes tendrá todas las garantías y gozará de todos los cuidados para convertirse en madre cuando lo decida y como lo decida, y dispondrá de todos los recursos y aprobaciones para abortar cuando su embarazo sea involuntario o accidental.
No así la de las clases dominadas. Las condiciones de sus embarazos son radicalmente distintas, comenzando por la precariedad material y cultural, sin el acceso a una educación mínima y a facilidades de salubridad tanto para sus partos como para sus abortos. Son millones de mujeres jóvenes y pobres las que mueren en el mundo debido a esta situación. Esta es una de las causas sociales derivadas de la liberación femenina que ha tomado más fuerza y que a la vez encuentra mayor oposición de los sectores dominantes, cuyas muchachas pueden esconderabortos en largos e imaginarios “viajes al exterior” y otros ceremoniales de ocultación.
Dos corrientes principales impulsaron el cambio radical de esta visión oscurantista y discriminadora. La primera fue la lucha de la mujer trabajadora, proletaria, que de hecho laboraba en condiciones de igualdad al lado de su compañero varón, y en la misma medida combatía por las reivindicaciones propias de su clase social, oprimida y explotada en condiciones infrahumanas bajo el capitalismo en su etapa fundacional[3].
Contra estas condiciones de opresión secular, el socialismo, como ideología de las clases trabajadoras, reivindicó lo que ya era una práctica obligada de la mujer del trabajador, de la trabajadora: la igualdad entre hombres y mujeres. Dos siglos más tarde, con la instauración del Estado socialista tras la revolución de octubre de 1917 en Rusia, esta condición igualitaria de la mujer se transformó en una de las grandes conquistas que alcanzó el socialismo, pues no todo fueron errores y fracasos.
Por su parte el capitalismo más desarrollado, segunda corriente, aportó lo suyo a la nueva concepción del ser mujer: es en los EE.UU. donde la fuerza reestructuradora del capitalismo (bien descrita en el Manifiesto Comunista: «La burguesía ha destruido las relaciones feudales, patriarcales, idílicas… ha desgarrado el velo de emocionante sentimentalismo que encubría las relaciones familiares, y las ha reducido a simples relaciones de dinero…»[4]) derriba otros tabúes oscurantistas relacionados con el sexo y la sexualidad. La liberación femenina asume allí desde mediados del siglo 20 rasgos revolucionarios en las relaciones amorosas de los jóvenes que se dan en un entorno familiar de amplitud y libertad aceptados rápidamente como paradigmáticos gracias al poder del nuevo instrumento cultural, el cine, que los divulga al mundo.
También hay que incluir en este punto la reivindicación del reconocimiento de la homosexualidad tanto masculina como femenina –lesbianismo–, que antes de la liberación femenina y su derivado, la liberación sexual, hubieran sido inconcebibles.
Hoy este conjunto de traumatismos culturales se alinea naturalmente contra los valores mercantilistas del capitalismo y del lado de las aspiraciones liberadoras de una nueva civilización. No hay nada casual, pues, en que estas luchas asuman las banderas anticapitalistas, sumándose así a la gran corriente contra el presente statu quo capitalista mundial.

- El derecho a la información y la comunicación social libres.
No es un movimiento organizado e institucionalizado todavía, pero sí una corriente que crece con poderoso impulso la que denuncia el tremendo poder oscurantista y reaccionario de los medios de información y de comunicación capitalistas, que dominan y manipulan sin escrúpulo alguno el pensamiento de la humanidad en esta era de la globalización.
Las denuncias que se han hecho en este espacio han logrado algunas de las más espectaculares victorias contra esa maquinaria de engaño y de dominación cultural y mental. Los casos Julian Assange, Bradley Manning y Edward Snowden son solamente los más estruendosos, pero hay muchos más. Las leyes de la comunicación que se han promulgado en diversos países, especialmente en Latinoamérica, la multiplicación de medios alternativos que aprovechan las facilidades ofrecidas por las nuevas tecnologías, de sitios, de blogs y de voces de todas partes del mundo, son otras señales de este capitalismo agonizante, que boquea a través de sus periódicos y canales televisivos y radiales.

- Los indignados
Un movimiento que reviste algunos de los rasgos que distinguen a los tiempos que vive el mundo. Entre esos rasgos están, precisamente, esta condición predominantemente juvenil de sus actores y de sus métodos entre iconoclastas e innovadores, el espacio simbólico, no solamente mediático sino cibernético, donde escenifican sus pronunciamientos y acciones, su espontaneidad, sus formas imaginativas de lucha social, el eclecticismo doctrinario patente en sus llamados a desconocer y a revisar, con razón o sin ella, los conocimientos y el saber establecidos.
Dentro de marcos tan amplios y por lo mismo, indefinidos, es posible reconocer, en el centro del movimiento social (entendida esta designación en el sentido amplio que le daba Lenin) que expresan, un núcleo que puede condensarse en dos conceptos: anticapitalistas y culturalmente renovadores, entendiendo por esto último la búsqueda de una nueva civilización.
Son abundantes los testimonios que podrían aportarse, pero los siguientes apartes del Manifiesto del 15-M condensan bien sus reivindicaciones anticapitalistas:
«Nosotros los desempleados, los mal remunerados, los subcontratados, los precarios, los jóvenes… queremos un cambio y un futuro digno. Estamos hartos de reformas antisociales, de que nos dejen en el paro, de que los bancos que han provocado la crisis nos suban las hipotecas o se queden con nuestras viviendas, de que nos impongan leyes que limitan nuestra libertad en beneficio de los poderosos. Acusamos a los poderes políticos y económicos de nuestra precaria situación y exigimos un cambio de rumbo.
La inmensa mayoría de los políticos, periodistas y tertulianos no han querido oír en los últimos tiempos a los jóvenes con tasas de paro del 45%; ni a los miles de personas que reclamaban al Banco de España y los tribunales que los defiendan de las estafas de los bancos en forma de contratos de swaps, clips y demás engaños; ni a los cientos de miles de familias que han perdido la vivienda; ni a las docenas de miles de pequeños y medianos empresarios que cierran sus empresas porque no reciben ni un euro de bancos que usan las ayudas públicas para seguir especulando; ni a los padres y madres de familia que tienen cada vez más dificultades para llegar a fin de mes mientras los beneficios de las grandes empresas y bancos se disparan; ni a quienes decíamos que las medidas que se estaban tomando no eran para resolver la crisis, sino para que quienes la habían provocado salieran de ella con más poder y más beneficios; ni a quienes empezaban a sentirse indignados porque el gobierno llamara a La Moncloa para crear empleo a los grandes directivos de las empresas y bancos que más puestos de trabajo han destruido en los últimos años.»[5]
Proclamas que no se quedan en palabras, sino que están corroboradas por acciones. Las más difundidas transmiten el inequívoco simbolismo de su mensaje: los plantones de grupos de jóvenes ante Wall Street y los señalamientos a los bancos en general. Está claro: esta juventud indignada sabe bien dónde están los puntos neurálgicos del sistema al que rechazan y al que quieren cambiar.

- El complejo modelo chino
Es imposible caracterizar en un plumazo al proceso transformador y constructor que vive el gran gigante asiático. Cabe destacar aquí dos elementos centrales que incorporan ese proceso en el gran caudal mundial anticapitalista de hoy.
En primer lugar, su dirección y mentalizador es el Partido Comunista Chino, que no ha abandonado ni negado sus principios ideológicos y políticos socialistas y comunistas, así nos resulte difícil comprender a ratos la intrincada estrategia y las tácticas de su línea política que incluye alianzas funcionales con el gran capital financiero internacional, en las expresiones de las grandes agrupaciones de empresas y conglomerados multinacionales y trasnacionales de vanguardia de ese capitalismo, como medio para arrastrar al inmenso país las grandes cantidades de recursos financieros y estructurales que sus programas sociales y económicos requieren.
En segundo lugar, la comprobación en la práctica de que los objetivos y metas de este proceso están dirigidos a superar las condiciones materiales, tanto como las culturales en la medida de las posibilidades reales actuales, de una población de 1 339 724 852 habitantes[6], de los cuales una inmensa mayoría vivía en condiciones de extrema pobreza antes de la gran reforma iniciada en 1978 bajo la visión renovadora de su líder histórico Den Xiao Ping, y hoy –2013– alcanza la posición de segundo país (si no el primero) más rico del mundo con la perspectiva percibida de que en 2016 sobrepasará al que hoy ocupa ese primer lugar, los Estados Unidos de Norteamérica.
Sin necesidad de entrar en ninguna otra particularidad, estas son realidades incontrovertibles que colocan a China como uno de los más importantes componentes del gran torrente anticapitalista de hoy, y seguramente también uno de los que brindan mayor fuerza a este caudal renovador y revolucionario.

- Proceso latinoamericano
En este marco global destaca con fuerza propia el proceso de cambios de sello progresista y pre-revolucionario que se vive en toda la región latinoamericana, desde México hasta la Patagonia, con diversas tonalidades.
Sin embargo, ¿es éste un proceso claramente anticapitalista?
Pese a la bandera chavista del Socialismo del siglo XXI con la que se identifica a estos movimientos, aquí se han expresado posiciones como la de la presidenta Argentina, Cristina Fernández, quien manifestó explícitamente que lo que reclama es un “capitalismo en serio”[7], y que este es “el modelo que nada ni nadie nos va a hacer cambiar”[8].
En el caso del Brasil, el liderazgo de Luis Inacio Lula da Silva, antiguo sindicalista y dirigente máximo nada menos que del Partido de los Trabajadores, parecería no requerir de una declaración explícita anti-capitalista. Pero no es así. Por el contrario, en el 2006, en la campaña para su reelección, Lula da Silva dijo con todas sus letras que no habría cambio de modelo económico[9].
Bolivia, por su parte, proclama como meta anticapitalista el Buen Vivir, Sumak Kausay, que, como ideario tiene muchos postulados y banderas afines a los del socialismo, pero como proposición de un nuevo modelo económico parece insuficiente para enfrentar el poderío real del capital financiero actual, enredado en una crisis global sin precedentes, es cierto, pero también con recursos monetarios y políticos para eternizar un estado de cosas en que las víctimas serán siempre las grandes mayorías de proletarios, trabajadores y pobres que no ven cómo movilizarse para cambiar esa situación[10].
Todos estos líderes respaldaron integralmente los planteamientos y las declaraciones de Hugo Chávez a favor del Socialismo del siglo XXI. Y en muchas otras manifestaciones, se expresa de hecho el rechazo al capitalismo y en todo caso, los postulados de justicia social que constituyen la negación de este modelo explotador y concentrador de la riqueza creada por los trabajadores.
Se hace indispensable observar otros aspectos del movimiento.
Es un movimiento que se gesta de dos impulsos raizales: el primero, la aspiración secular de los sectores más ilustrados de la región de integrarse en una sola unidad nacional, la integración latinoamericana; el segundo, la convicción creciente de que esa integración no puede concretarse en el marco del modelo capitalista, sino en algún otro, sustitutivo del actual.
Los dos impulsos avanzan reforzándose cada vez más, pero sin la fuerza suficiente todavía para derrotar a las fuerzas exógenas interesadas en perpetuar la fragmentación que se dio al finalizar la lucha emancipadora de la colonia española.
Tanto para uno como para el otro objetivo, precisar el nuevo modelo tendrá el efecto de soldar indisolublemente las dos corrientes y la resultante será un incalculable robustecimiento del proceso unificado.
Visto desde otro ángulo: las oscilaciones y sacudimientos señalados en el caso de la Revolución Bolivariana una vez desaparecido Chávez, que no son exclusivas de ella sino, todo lo contrario, inherentes a las características de indefinición de los procesos que se viven en las demás naciones del proclamado Socialismo del siglo XXI, serían reemplazados por una consolidación monolítica que le conferiría una nueva, revitalizadora y aceleradora energía a la totalidad de los esfuerzos que  hoy aparecen aislados y hasta divergentes en algunos y no pocos casos.
Esa perspectiva se iluminó promisoriamente en el poderoso sentimiento expresado ante su féretro, no sólo a nivel continental sino incluso global, de pesar y de respaldo a todo lo que llegó a proclamar y a representar el Comandante de la Revolución Bolivariana, este sorpresivo líder que se levantó en Venezuela como una prolongación y una réplica del otro gran líder latinoamericano, Fidel Castro, y con los mismos ideales y bajo las mismas banderas.
Se percibió, ciertamente, toda la fuerza potencial del proceso latinoamericano en conjunto, pero al mismo tiempo mostró su debilidad intrínseca: no puede ser un líder, no puede ser al rededor de una persona, por vigorosa que sea su personalidad, como se consolide ese impulso recóndito que asomó con tanta claridad y fuerza en esta ocasión.
Tiene que ser en torno a un proyecto perfectamente delimitado y definido, comprendido y aceptado, de construcción de una nueva sociedad, una nueva civilización, como se ha pedido. Y esa nueva sociedad, esta nueva época histórica sólo la define el nuevo modelo económico, siempre que corresponda objetivamente al desenvolvimiento de las fuerzas que producen estos cambios.
Este nuevo modelo se ha definido en la teoría, pero adicionalmente, y como último argumento del presente análisis, descubriremos que ya ha comenzado a existir en la realidad del mundo actual.




El espectro de las contradicciones del capitalismo y el socialismo de hoy
La exploración de la situación del modelo capitalista nos llevó a encontrar la contradicción fundamental del capitalismo actual.
Esta categoría de la «contradicción fundamental» es una herramienta del análisis marxista que resulta de gran utilidad a condición de no absolutizar ninguno de sus resultados. Como sucedió, por ejemplo, cuando el movimiento obrero y sus partidos políticos determinaron que la contradicción fundamental del capitalismo a partir de la instauración del capital financiero como forma imperialista del capital y, según Lenin, su etapa superior, era la que lo contraponía a todas las otras formaciones económicas y sociales de hoy y, de modo particular, a los países en vías de desarrollo. El imperialismo se convirtió así en un parámetro rígido que todo lo explicaba con la respuesta mecánica del “imperialismo yanqui” como el gran culpable de cualquier asunto social que mostrara algún viso de conflictividad.
Utilizada con la prudencia de la sindéresis, dicha herramienta puede ser el tomógrafo que revela matices y tonalidades en las contradicciones que presenta el organismo social y, por tanto, los puntos neurálgicos más afectados por esas contradicciones, orientando así los tratamientos que deben darse a las crisis respectivas.
La contradicción fundamental del mundo capitalista actual es la que enfrenta al capital financiero especulador, en tanto economía ficticia, a la economía real, productiva, en su conjunto, empujando a un mismo polo opositor tanto al empresario productivo como a sus trabajadores asalariados, y amalgamándolos objetivamente en torno a su interés vital que es el avance de la producción. El capitalismo financiero especulador se ha desentendido completamente de ella, dedicado a la especulación monetarista, a la acumulación, mediante maniobras bursátiles (burbujas) monedas cada vez más ilegítimas, las monedas falsas de los “activos tóxicos”, que naturalmente lo han conducido al desplome que tenía que producirse cuando la pirámide construida con esas burbujas, la burbuja de las burbujas, estalló en 2008, sobre inflada por la saturación de sus balances contables con tales activos.
Esa explosión dejó al descubierto que, ya no los sectores menos protegidos de la sociedad, ya no las capas sociales de las clases trabajadoras, sino hasta las capas superiores donde se ubica el capitalismo productivo, la economía real, quedaron tendidas en el campo, heridas de muerte, reclamando el oxígeno de los recursos financieros que se habían olvidado de su función económica fundamental, dotar de combustible al aparato productivo, para dedicarse al falso crecimiento de las maniobras “en bolsa”, esa efervescencia sin consistencia de las burbujas.
Pero esta ampliación del espectro de estas contradicciones no es simplemente un ensanchamiento de las franjas sociales, sino una entreverada trama en la que esta tomografía revela manchas y nódulos con una amplia gama de malignidad.
Esta visión nos permite comprender mejor, por ejemplo, fenómenos como los que hoy se dan en China, en Brasil o en la India y tal vez en otras regiones socioeconómicas como el Oriente medio y, sobre todo, para nuestro interés y nuestras prioridades, en Latinoamérica.
¿Qué expresa el surgimiento del kirchnerismo argentino, progresista en un costado y antipopular en otro? ¿Qué significa el reclamo de Cristina Fernández de volver a un  «capitalismo serio», «a ese capitalismo que crea empleo»[11]? ¿Cómo se pueden entender las posiciones ya mencionadas de un líder obrero, de izquierda y de incuestionable honestidad intelectual como Lula da Silva, al declarar sin rodeos que en su gobierno no habría cambio de modelo económico y sí la adopción sin ocultamientos de las políticas neoliberales y de las imposiciones del FMI?
A último momento, viene a respaldar este enfoque una manifestación especialmente diciente, la sorpresiva e inesperada posición del presidente uruguayo Lugo de Uruguay en su reciente discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (octubre, 2013), en el que se soltó en un despliegue de elogios al «capitalismo productivo, francamente productivo, que está medio prisionero en la caja de los grandes bancos», «poniéndolo en contraposición del capital bancario», según el autor de una nota publicada en la red[12]?
¿No son éstas, objetiva y claramente, las expresiones de los sectores de la economía real, frente al capitalismo dedicado a recalentar la economía apostándole a las fabulosas ganancias que pueden dejarle sus burbujas?
En resumen: el daño que el capital financiero especulador ha infringido a la economía mundial globalizada y, por tanto, a la sociedad humana a lo largo y ancho del planeta es de tal magnitud, que exacerba las ansiedades objetivas que asfixian a países como el Brasil sobre cuyo mapa se extienden como manchas malignas los focos de supervivencia de esclavitud real o el cáncer de las favelas, esos cinturones de miseria que forman parte del paisaje “natural” y “típico” de casi todas las capitales y las mayores ciudades del continente latinoamericano. O las multitudes indescriptiblemente inmensas de masas humanas famélicas que eran el rasgo característico de la China hasta “la reforma”, como es conocido allá el gran viraje introducido por Den Xiao Ping en la orientación revolucionaria del gran gigante asiático. Estas y otras realidades similares (India, la África que emigra diariamente hacia playas europeas…) requieren antes que todo y sin ninguna otra consideración procrastinadora atraer recursos financieros urgentes, urgentísimos, para, por lo menos, sacarlas de esa pobreza que ya no es esclavista o feudal o semifeudal o proletaria, sino la suma de todas esas malformaciones.
La reivindicación inaplazable en todas esas regiones es la de acabar con la pobreza, a como dé lugar, cueste lo que cueste, y esto quiere decir costos tan dolorosos como los que representa aceptar la ayuda de ese mismo capitalismo que ha acumulado tal cantidad de esos recursos financieros, que puede destinarlos en grandes cantidades para la especulación monetaria pero también le alcanzan para invertir en programas de desarrollo basados en la explotación de inmensas cantidades vacantes de mano de obra extremadamente barata, lo que también puede reconocerse como abrir fuentes de trabajo para millones de seres humanos que no tenían o no tienen otra esperanza. Como en los severos tratamientos quimioterapéuticos a que ha llegado la ciencia médica para combatir el cáncer, en estas monumentales crisis globales surgen las consideraciones que vacilan entre los padecimientos que causa la terapia o los que origina la enfermedad, a sabiendas de que estos son fatales. Para concluir que realmente no hay en lo inmediato otra alternativa, sino la de aceptar la dolorosa terapia.
La identificación de la contradicción fundamental del momento histórico ayuda a reconocer los aliados y las alianzas potenciales que pueden llegar a establecerse con esos sectores, “compañeros de viaje” pro capitalistas pero progresistas en la medida en que se ven forzados a resistir al depredador capitalismo especulador. No solamente cuáles alianzas sino en qué grado y en qué condiciones. Esto, en el caso latinoamericano, se está viendo a diario. Unasur no es solamente el proyecto que da cuerpo al viejo anhelo de la integración continental real: es también el campo de batalla donde igualmente se corporizan esas contradicciones y donde es más imprescindible identificar tendencias, matices, tonos y medios tonos.


(PRÓXIMA PUBLICACIÓN Parte IV y última, con los temas: Algo nuevo está naciendo, ¿Fin del capitalismo?, La empresa de los trabajadores y Conclusiones).




[1] Es difícil, en el momento actual, identificar a estos partidos políticos como tales. El vendaval del derrumbe del socialismo los ha relegado a rincones de la realidad, bien porque han perdido la mayoría de sus efectivos militantes, bien porque se han recluido en el estudio de lo que sucedió y se mantienen discretamente semi ocultos, o bien por el poder de los medios capitalistas para invisibilizarlos en el imaginario común. O están los que perdieron radicalmente su rumbo pero que mantienen el nombre para engañar a sectores populares, cuyo arquetipo es el socialismo francés: esos no entran en este recuento. Pero los otros no han desaparecido todos ni del todo,  y por último, subsisten y están presentes en individualidades de pensadores que no se han rendido y continúan su actividad como defensores de los principios y objetivos básicos del pensamiento revolucionario.
[2] El presidente de los Estados Unidos Theodore Roosevelt fue conservacionista y el primero en tratar el tema en la agenda política de su país. Los libros Primavera Silenciosa (Silent Spring) de Rachel Carson, así como La bomba demográfica (The Population Bomb) de Paul Ehrlich son ejemplos de esas acciones (Wikipedia).
[3] Es obligatorio hacer aquí el reconocimiento (el pago aunque sea tardío de la deuda que todos tenemos contraída con la mujer) de que los primeros obreros del capitalismo no fueron obreros sino obreras, las hilanderas a las que reunió Richard Arckwright en torno al molino hidráulico instalado por él en 1770 en Cromford, Inglaterra, para accionar la máquina hiladora de alta velocidad inventada por él mismo, en lo que fue calificado luego como “la primera verdadera fábrica” que “marcó el inicio de la revolución industrial”. Y, claro está, fueron ellas las primeras en manifestarse contra sus precarias condiciones de trabajo. Roger Bridman en asociación con el Museo de Ciencias, 1000 inventos y descubrimientos (1000 Inventions & Discoveries), DK, Londres, Nueva York, Munich, Melbourne y Delhi, publicado en fascículos por el diario El Comercio, Quito, 2007.
[4] Carlos Marx y Federico Engels, Manifiesto del partido comunista, pág. 25, Libresa, Quito, 1999.
[5] Manifiesto del 15-M Democracia real YA, consultado el 21 de mayo de 2011 (Wikipedia)
[6] http://es.wikipedia.org/wiki/Rep%C3%BAblica_Popular_China
[7] «Cristina sigue siendo peronista, con sus más y sus menos. Con ese bagaje ideológico fue a La Habana en enero de 2009, a entrevistarse con los hermanos Fidel y Raúl Castro. Y con el mismo sello aterrizó en la Riviera francesa, donde pidió un "capitalismo en serio" (…) Es que al hablar de un "capitalismo en serio" y de la necesidad de que la gente consuma "para que ustedes tengan ganancias", no lo hacía frente a cooperativas, pymes ni empresas argentinas medianas y algunas grandes. Sus interlocutores, en el Business 20, eran los máximos ejecutivos de Coca-Cola, Unilever, Techint, Carrefour, Repsol, Telefónica, Crédit Suisse, BNP Paribas, Usiminas y otros "pesos pesados" internacionales…», Emilio Marín, Táctica cristinista ante Estados Unidos y sapos difíciles de tragar, publicado por La Arena,  http://www.argenpress.info/2011/11/tactica-cristinista-ante-estados-unidos.html
[8] «…la Presidenta reafirma su credo a favor de un “capitalismo serio”… Cristina Fernández se ha dedicado a apostrofar a las organizaciones de los trabajadores. Primero pidió a los laburantes que no boicoteen el modelo que nada ni nadie nos va a hacer cambiar”», Juan Carlos Giuliani, Paren la mano,
http://www.argenpress.info/2011/12/argentina-paren-la-mano.html
[9] «En la campaña para las elecciones presidenciales de 2006 en Brasil, el presidente Luis Inacio Lula da Silva (conocido como Lula), líder del Partido de los Trabajadores (PT), fue entrevistado en profundidad por el Financial Times, el 11 de julio de 2006. En dos puntos en la entrevista el Financial Times preguntó directamente si Lula estaba mirando en dirección a un 'cambio radical en el modelo'… Lula les dio la respuesta que ellos querían: “No hay cambio radical en el modelo… lo que nosotros necesitamos ahora, en lo económico y en lo político, es fortalecer la seguridad interna y externa del Brasil”. No Radical Change in the Model  by John Bellamy Foster, Monthly Review Volume 58, Number 9 (February 2007) (Traducción de AMR).
[10] La cosmovisión de las culturas originarias americanas tienden a ser idealizadas como un proyecto posible para la superación de las concepciones y valores de la burguesía impuestas por el capitalismo. No es nada sencillo establecer las limitaciones que presentan esos idearios correspondientes a estadios del desarrollo histórico y cultural más próximos a la comunidad primitiva que al rudo mercantilismo del capitalismo. Por el contrario, es fácil salir del paso con tomas de posición ambiguas, que alaban tanto como confunden. Otra cosa es precisar una posición clara y concreta acerca de lo que realmente es el fenómeno del capitalismo financiero especulativo pero poderosamente concentrador de hoy, capaz de infiltrar a los movimientos indígenas o a los ambientalistas, como parece claro que los ha infiltrado al amparo de sus propias banderas, para debilitar los procesos concretos que se están dando en América Latina. ¿Ayudan o enturbian, por ejemplo, manifestaciones como estas acerca del Zumak Kawsay?:
«Es un debate de diferentes cosmovisiones, de diferentes concepciones de desarrollo, de diferentes concepciones del Estado pero que están intentando dialogar. Es un diálogo muy difícil, pero no es el choque de civilizaciones de Samuel Huntington, es otra cosa. Es la posibilidad de un diálogo nuevo, difícil, pero que tiene que hacerse porque las constituciones nuevas, este constitucionalismo transformador del continente, dan cuenta ya de estas posibilidades de diálogo. Es lo que está en la Constitución de Bolivia, es lo que está en la Constitución de Ecuador. ¿Cómo podríamos nosotros pensar que los pueblos olvidados, los pobres ignorantes, inferiores, como eran los indígenas, tendrían una presencia conceptual en esta Constitución de Ecuador tan fuerte que es orgullo de todos los ecuatorianos, que es orgullo de todos los progresistas del mundo? ¿De dónde viene la palabra Pachamama, de dónde viene el Sumak Kawsay que nosotros nos apropiamos? Estamos aprendiendo de ellos y esa es la gran riqueza de este debate civilizatorio. Por eso yo les digo que no hay una transición en el continente, hay dos. La transición del capitalismo al socialismo y la transición del colonialismo a la autodeterminación, al fin del racismo, a la posibilidad que tenemos de la convivencia de diferentes nacionalidades dentro del mismo Estado. Y aquí empiezan los problemas de la soberanía (…) no basta con criticar la teoría. Hay que criticar esas teorías, pero también hay que crear otras. Yo acostumbro decir que ya no necesitamos teorías de vanguardia, necesitamos de teorías de retaguardia para acompañar la riqueza del movimiento social. Pero les digo otra cosa: es necesario desaprender algunas cosas que aprendimos para poder crear espacios, porque mucha gente esta hablando de Sumak Kawsay pero después combina Sumak Kawsay con neoextractivismo, con productivismo selvático, no se puede. Las dos cosas no van juntas. Entonces, tenemos que desaprender y ver cómo se puede crear un futuro que tiene que recoger lo ancestral. La modernidad occidental nunca supo: el futuro siempre está adelante, nunca atrás. Nosotros estamos rescatando el pasado como forma de futuro, más respetuoso de la diversidad de este continente. Y ésta es la riqueza a mi juicio del Socialismo del Buen Vivir, que quizás es una expresión más linda que del Siglo XXI. Porque a veces cuando oigo hablar del socialismo del Siglo XXI, se parece mucho al Socialismo del siglo XX. Cuando hablamos del Socialismo del Buen Vivir no hay confusión posible, es otra cosa nueva que está surgiendo.».
El autor, profundamente respetable, de estas palabras, Boaventura de Sousa Santos es sociólogo portugués, catedrático de la Universidad de Coimbra (Portugal), y de la University of Wisconsin-Madison (Estados Unidos), y estas citas fueron tomadas del extracto de la exposición presentada en el Foro Internacional “Los nuevos retos de América Latina: Socialismo y Sumak Kawsay”, organizado por la Secretaría Nacional de Planificación y el Ministerio de Coordinación de la Política del Ecuador, Quito 18-19 de enero 2009.
Pregunto solamente: ¿es cierto que no hay confusión posible? ¿No sería más acertado llevar a cabo un análisis desprevenido pero profundo para precisar las afinidades y coincidencias con el socialismo, así como las divergencias manejables? Nota de último momento: Cuando daba los últimos retoques al presente trabajo llegó a mis manos el documento Buen Vivir. Plan Nacional 2013-2017, del SENPLADES (Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo), en el que se plasman en forma más concreta tanto el ideario del Buen Vivir como los logros alcanzados dentro de esta orientación. Valioso documento que confirma tanto las afinidades como los vacíos entre la concepción marxista de socialismo y esta cosmovisión del Buen Vivir que se dice indígena ancestral americana: y la necesidad inaplazable, para un mutuo fortalecimiento, del análisis propuesto.
[11] Argenpress: http://www.argenpress.info/2011/11/tactica-cristinista-ante-estados-unidos.html
Blog Salmón: http://www.elblogsalmon.com/economia/cfk-y-lo-mejor-del-g20-la-culpa-de-todo-esto-la-tiene-el-anarcocapitalismo-financiero-donde-nadie-controla-a-nadie
[12] Ver Juan Luis Berterretche, Mujica, discurso en la ONU: Una versión inútilmente más extensa y menos poética que Cambalache, ARGENPRESS, octubre 2 de 2013, donde este autor también señala que, «en  Punta del Este, al inicio de su gobierno, frente a un público de empresarios dijo "comprender al capitalismo" y al alentar las inversiones externas agregó "no tengo que pedirle al capitalismo altruismo, está para multiplicar riqueza y reproducirse". Y en una reunión con la central que agrupa todos los sindicatos del país, llamó a los trabajadores a aceptar los "límites del capitalismo». http://www.argenpress.info/2013/10/uruguay-mujica-discurso-en-la-onu-una.html

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