El
senador estadounidense, demócrata independiente y pre-candidato presidencial con
significativa votación en las pasadas elecciones de EE.UU., Bernie Sanders,
presentó dos
proyectos de ley en apoyo a las empresas de propiedad de los trabajadores.
Senador
junior por Vermont, descendiente de judíos polacos emigrantes víctimas del
nazismo en su país, Sanders es reconocido por su posición independiente como
socialista moderado de tendencias progresistas, que hicieron de él desde muy
joven un luchador político defensor de causas sociales radicales.
Junto
con otros tres demócratas, Patricio
Leahy (Vermont), Kirsten Giliband (New York) y Maggie Hassan (New Hampshire),
llevaron al
Senado estos dos proyectos:
El
primero, “el Acta de Trabajo, proveerá $45 millones para constituir y respaldar
Centros de Propiedad Empresarial de los Trabajadores” siguiendo el modelo de
Vermont. El segundo creará el Banco de la Propiedad Accionaria de los
Trabajadores, para proveer $500 millones en préstamos destinados a “incentivar
Empresas de los Trabajadores y cooperativas de los trabajadores”, según informa
el Boletín virtual mensual del NCEO (National
Center of Employee Ownership, Centro Nacional de la Propiedad de los Trabajadores,
EE.UU.), del 15 de mayo pasado.
El
mismo Boletín trae otras buenas noticias para las empresas de los trabajadores
que vale la pena conocer (http://www.nceo.org/employee-ownership-update/2017-05-15).
Este
es el tipo de información que publica cada mes dicho Boletín. Diferentes
aspectos y sucesos de estas empresas con propiedad parcial o total de los trabajadores,
que surgieron en Estados Unidos desde 1974, como una evolución del programa
creado en 1956 por el jurista de negocios e inversiones bancarias Louis Kelso con
la publicación, en clara oposición al Manifiesto
Comunista, de su Manifiesto del
Capitalismo, encasillado entonces en los corrillos de la izquierda
revolucionaria como el engaño del “capitalismo popular”, que lo era. Luego llegó
la transformación hacia los ESOPs** actuales, que desde ese momento no han
dejado de crecer y perfilarse claramente como empresas de los trabajadores (Trabajadores Empresarios, mi primer
libro sobre el tema, 2012, Págs. 164 y ss.).
Lo
que quiero destacar en esta oportunidad es la existencia ya bien establecida de
estas empresas principalmente, no únicamente, en los dos países paradigmas del
captalismo, Estados Unidos y Reino Unido, pero además en coexistencia absolutamente
normal con las empresas capitalistas tradicionales, como se refleja en las
páginas de este Boletín.
En
mi segundo libro sobre el mismo tema, La
empresa de los trabajadores, presentado
recientemente (Alternativa Editorial, 2017), tras de establecer que no
se trata de expropiaciones ni confiscaciones, sino de la creación de estas nuevas empresas, digo lo siguiente:
“Esto
indica que se ha iniciado una época en que coexisten fundamentalmente dos tipos
de propiedad privada: la propiedad privada capitalista y la propiedad privada
de los trabajadores.
«Privada»
significa solamente «no estatal».” (Pág. 15).
Y
doy la razón objetiva de estos acercamientos que la gran crisis capitalista de
2008 ha puesto en evidencia:
“Las
principales fuerzas verdaderamente interesadas en la producción son la empresa
capitalista actual productora de valor real (economía real) y los trabajadores
necesitados de fuentes de trabajo estable y equitativamente remunerado”.
Coexistencia
real y además pacífica, que puede observarse en diversas manifestaciones en muchas
otras regiones, incluyendo nuestro entorno, principalmente bajo a modalidad de
cooperativas entre las que sobresalen las agrupadas bajo la razón social de “El
Salinerito”. Importante experiencia al parecer inspirada en Mondragón, el gran
ejemplo español, aunque según informes no comprobados, enfrentando la
experiencia ecuatoriana problemas por la infiltración de personas interesadas
en desviarlas de sus metas originales.
No
es el sitio de una enumeración de casos. Sólo he querido señalar cómo la propuesta
de la empresa productiva de propiedad de los trabajadores ya no puede catalogarse
simplemente como una utopía más dentro de la búsqueda del modelo que deberá
sustituir a la empresa privada capitalista, hoy en franco declive en cuanto
modo de producción. Sino que es una realidad palpable en el mundo, todavía en
cantidades relativamente modestas pero crecientes y florecientes, y que además
se está consolidando, extendiendo y perfeccionando en evidente convivencia
cotidiana con las empresas de la economia real capitalista, hoy víctima también
de las amenazas concentradoras, expropiadoras, del capital financiero.
Convivencia interesante todavía poco conocida, pero con fuerza y
características suficientemente firmes que permiten señalarla como la promesa
más luminosa de un futuro cierto, aunque no inmediato.
A
esta tendencia progresista pueden atribuirse también los acuerdos entre lo
público (estatal) y lo privado que han asomado en varios países, incluido el
Ecuador donde el recién elegido presidente Lenín Moreno ha comenzado a poner en
práctica una firme propuesta de diálogo abierto y desprevenido, en particular
con el sector productivo, que ha despertado innegables simpatías y expectativas
en sectores empresariales hasta ahora vistos solamente como oposición a los
procesos reformistas progresistas que se desarrollan en el continente
latinoamericano.
Facetas
de un trayecto impredeciblemente largo, pero que ya se ha iniciado y que podrá
llevar a la humanidad hacia la meta de construir una nueva civilización.
** ESOP,
por la denominación que reciben en inglés estas Empresas de los Trabajadores, Employee Stock Ownership Plans, Planes
de Propiedad Accionaria de los Trabajadores.
Alfonso Monsalve Ramírez
* Versión abreviada. Versión ampliada en mi Blog:
Blog “Tardes con Alfonso” (www.tardesconalfonso.blogspot.com)
Autorizada reproducción parcial o total indicando fuente y autor.
Cumbayá, 22 de mayo de 2107.
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