Nadie es partidario del
aborto. Esto ya lo han dicho diferentes comentaristas. Sin embargo, el debate
sigue planteado así: ¿Estás por el
aborto o contra el aborto? Y el dilema se radicaliza dramáticamente: ¿Estás por
la vida o contra la vida? Pues inmediatamente después de estigmatizarte –eres
partidario del aborto– te satanizan: estás contra la vida. Y viceversa: si estás contra el aborto, eres defensor de la vida. ¿Son
disyuntivas tan simples las que enfrenta la sociedad humana en la actualidad?
Desde luego, es la
presentación engañosa de una problemática mucho más compleja que padecen
millones de mujeres en el mundo, embarazadas contra su voluntad, no sólo por
violación, pues esta condición definitoria exclusiva forma parte de la trampa,
sino por muchas otras circunstancias. Embarazos forzados, accidentales o involuntarios
que la mujer tendría todo el derecho de interrumpir, si no fuera porque se lo
impide la más oscura maraña de tabúes, supersticiones, creencias,
incomprensiones e imposiciones de quienes deciden desde fuera del problema.
Nadie es partidario del
aborto como nadie está en contra de la vida. El problema no es tan simple.
A pesar de que su tema
no es directamente el aborto y de que se refiere sólo a los embarazos de niñas
menores de 18 años, lo cual deja por fuera cantidades inimaginables de otras
situaciones de aborto de millones de mujeres en todo el mundo, un valioso
documento divulgado recientemente por Naciones Unidas y titulado “Maternidad en
la niñez” (Estado de la población mundial 2013), ofrece un panorama muy completo
del asunto y con cifras suficientemente impactantes. Veamos algunas, no sin
antes recomendar la atenta lectura y estudio de este documento[1] a todos aquellos que
estén verdaderamente interesados en comprender la situación:
• 20.000 niñas dan a luz
todos los días
• 70.000 muertes en
adolescentes todos los años por complicaciones del embarazo y del parto
• 3,2 millones de
abortos inseguros entre adolescentes cada año
Dos
millones de los 7,3 millones de partos de adolescentes menores de 18 años que ocurren
cada año en los países en desarrollo son partos de niñas menores de 15 años.
Alrededor
de 70.000 adolescentes en países en desarrollo mueren por año por causas
relacionadas con el embarazo y el parto. El embarazo y el parto son unas de las
principales causas de muerte de adolescentes mayores en países en desarrollo.
Las adolescentes que quedan embarazadas tienden a ser de hogares de ingresos
más bajos y a tener una nutrición deficiente.
El efecto
del embarazo en una niña casada de 14 años en una zona rural, por ejemplo, es
muy diferente de la de una niña soltera de 18 años que vive en la ciudad o
tiene acceso a apoyo familiar y recursos financieros.
Cuando una
niña queda embarazada o tiene un hijo, su salud, educación, potencial de
obtener ingresos y todo su futuro pueden estar en peligro, y puede quedar
atrapada en una vida sumida en la pobreza, la exclusión y la impotencia.
Los
abortos en condiciones de riesgo representan casi la mitad del total de abortos
(Sedgh et al., 2012; Shah y Ahman, 2012). De acuerdo con la Organización
Mundial de la Salud, un aborto inseguro o en condiciones de riesgo “es un procedimiento
para finalizar un embarazo no deseado realizado por personas que carecen de la
capacidad necesaria o realizado en un entorno donde se carece de un estándar
médico mínimo, o ambos” (Organización Mundial de la Salud, 2012c). Casi todos
los abortos en condiciones de riesgo (el 98 por ciento) se realizan en países
en desarrollo, donde el aborto suele ser ilegal. Incluso donde el aborto es
legal, a las adolescentes les puede resultar difícil acceder a los servicios.
Los datos
sobre los abortos, seguros o en condiciones de riesgo, en niñas entre 10 y 14
años en países en desarrollo son escasos, pero se realizaron cálculos
aproximados para el grupo con edades de 15 a 19 años, donde se registran alrededor
de 3,2 millones por año de abortos en condiciones de riesgo en países en
desarrollo.
Completemos con cifras relativas a Ecuador ofrecidas por dos
comentaristas, Omar Ospina, en el diario Hoy
(10-11-2013), y Gabriela Alemán,
en su página en Facebook (http://gkillcity.com/index.php/el-mirador/1691-el-techo-de-cristal): “Solo en 2010 se recibieron 3 684 denuncias de violencia contra niñas
menores de 14 años, cifra más que escalofriante” (Ospina); “En el país, 3.684 niñas
entre 12 y 14 años fueron víctimas de violencia sexual en el año 2010 (INEC
2012), eso representa 10 violaciones diarias.
125.000 mujeres abortan al año en el Ecuador
según datos de la OMS, una cada cuatro minutos.
En el país hay 3´804.976 mujeres en edad
fértil (INEC 2012), si 1 de cada 4 mujeres ha sufrido violencia sexual quiere
decir que 951.244 ha pasado por esta experiencia. Se estima que entre el 16
al 30% de las mujeres pueden quedar embarazadas luego de una violación. (Estudio
realizado por el Congreso Americano de Obstetras y Ginecólogos CAOG en 2012). El embarazo de niñas
entre 10 y 14 años aumentó en los últimos 10 años en un 78% (INEC 2012)”
(Alemán. Subrayado original).
Números
escuetos y fragmentarios que traigo aquí sin acompañarlos con la diversidad de
factores de toda índole que detalla el documento de NN.UU. y que inciden
poderosamente en esta problemática: ignorancia, tabúes, creencias religiosas
(no de una religión sino de muchas), culturales e ideológicas, circunstancias
geográficas, históricas, científicas (médicas, técnicas), políticas,
económicas, climáticas, sanitarias, y en fin, un conjunto tan vasto que ni
siquiera el autorizado equipo de especialistas que llevaron a cabo este estudio
se aventuran a resolver con una fórmula, ni siquiera con un conjunto de
fórmulas fáciles, sino que insisten en recomendar más investigaciones, más
estudios, más análisis del complejísimo asunto.
¿Y
nosotros nos atrevemos a reducirlo todo a dos posiciones: partidarios o
enemigos del aborto? ¿Por qué?
Una
explicación, no la única, es la polarización impuesta por quienes manipulan a
su antojo y conveniencia la opinión de los ciudadanos. Por los medios de
comunicación capitalistas que nos han tendido esta trampa y nos tienen
atrapados en ésta y en otras polarizaciones por el estilo: terroristas o anti
terroristas, defensores de la libertad de expresión o enemigos de ella, penalizar
o legalizar las drogas, ecologistas o depredadores, ambientalistas o
extractivistas, y varios etcéteras más.
Es uno de
los recursos más perversos de que se valen estos medios para atrapar
audiencias, lectores, radioyentes, televidentes. Encasillarnos en posiciones
extremas y ponernos a discutir si estamos a favor o en contra, sí o no, de uno
de los dos polos de dicotomías tan simplistas como engañosas. Y caemos una y
otra vez en la trampa, enfrentados entre nosotros mismos cuando la realidad es
que todos estamos objetivamente en favor de las mismas causas, enfrentamos los
mismos problemas para los que seguramente no puede haber una sola solución sino
muchas soluciones parciales, provisionales, temporales que nos lleven a la
superación o por lo menos al control del problema en cuestión. Pero nos enredan
en la forma de presentárnoslas para dividirnos y confrontarnos porque la vieja
máxima dictatorial sigue siendo efectiva: divide y reinarás.
Polariza y
confundirás. Pero venderás más periódicos, revistas, espacios publicitarios, a
la vez que aparecerás como adalid de la amplitud de criterio, de la
objetividad, de la imparcialidad, del debate abierto, libre, sin
discriminaciones.
Falsedades
sobre falsedades. El verdadero debate serio y profundo que generalmente exigen
estos y otros temas cuando alcanzan el nivel de graves
dolencias sociales, no puede darse con rigor y responsabilidad en esas páginas
y en esos espacios limitadísimos porque en ellos cada centímetro y cada minuto
tienen precio: su negocio es ése. Su negocio económico pues el negocio político
es confundir, caotizar, hacer ingobernable la situación. Pero este ya es un
tema distinto que merece análisis aparte.
Por lo
pronto, no caigamos en el juego sucio de las polarizaciones simplistas: sí y
no, blanco y negro, amigo o enemigo, conmigo o contra mí.
La realidad
no está en los extremos. Acercarnos al centro nos aproximará más a reconocerla
lo suficiente como para hablar de soluciones posibles.
Alfonso
Monsalve Ramírez
Blog Tardes con Alfonso (www.tardesconalfonso.blogspot.com)
amonsalve.ramirez33@gmail.com
[1] Puede obtenerse en
formato PDF en:
http://www.unfpa.org/webdav/site/global/shared/swp2013/SP-SWOP2013.pdf
Muy buen artículo, que se acerca a la realidad identificada por distintos organismos nacionales e internacionales y que constituyen más de un argumento social y científico para debatir respecto a la legislación en torno a la violencia ejercida sobre las mujeres, particularmente en casos de niñas y adolescentes violadas.
ResponderEliminarLa violación es un crimen por sí mismo, que no en todos los casos elimina físicamente a la víctima, pero deja sus huellas físicas, peor aún en lo emocional y psicológico de manera muy grave; además de la huella dejada sobre la vida particular de cada mujer e incluso me atrevería a decir que imprime marcas en la vida social, bien en el entorno inmediato de la víctima, bien en el entorno más amplio, cuando hechos cómo éstos quedan en la impunidad, o peor aún escondidos tras las extrapolaciones a las que hace referencia este artículo.