No es fácil,
posiblemente no es posible caracterizar en un juicio breve el mundo que vivimos
en este comienzo de siglo que ya va para su mayoría de edad. Hay una crisis
mundial. ¿Es una o varias crisis? Hay crisis económica grave y profunda. Hay
también crisis de valores. Éticos, morales, sociales, culturales, políticos. Crisis
de las ideologías que hasta hace poco nos resultaban fáciles de clasificar, de delimitar.
Crisis de
credulidad: ¿se supera la crisis o se acentúa? ¿A quien creerle? Hay voces, la
de un Mariano Rajoy o la de una Ángela Merkel, empeñadas en anunciar el final
de la crisis. Pero hay otras, nada menos que las autorizadas voces –hoy
femeninas– del Fondo Monetario Internacional y de la Reserva Federal de EE.UU.,
Christine Lagarde y Janet Yellen respectivamente, apoyadas por la del
presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, que reconocen el fracaso de
las políticas monetarias
de la zona euro para hacer frente a la situación han sido un fracaso total[1]
(esencialmente las exigencias de más austeridad y reducción del deficit
originado en el presuntamente incontrolado gasto social). En cuanto a la
primera economía del mundo, Estados Unidos, se alaba su política monetaria
basada en la mano floja para imprimir dólares que ha permitido bajar el desempleo
del 10 al 6,2 por ciento. Pero la propia Janet Yellen habla de resultado
mediocre pues se trata de empleo basado en trabajo precario y mal remunerado.
¿A quién creerle?
Curiosamente, es
el vocero del país más contundentemente devastado por esta crisis, Antonis
Samaras, primer ministro de Grecia, quien se atreve a cantar victoria: Grecia
crecerá un 0,6 por ciento en el próximo trimestre, frente a un -1,1 y un 0.3
por ciento de los dos trimestres anteriores, cifras por demás bien enclenques
como piso para enfrentar una renegociación, anunciada para noviembre, de su
monumental deuda[2].
Porque de otra parte la intacta tasa de desempleo, la mayor de la zona, y las
airadas manifestaciones de protesta de los afectados hacen tambalear aún más ese
escenario ¿A quién creerle?
Para quienes
insisten en proclamar cada cierto tiempo que la crisis ya pasó, la superación
se reduce a volver a llenar las arcas de los bancos con billones de recursos
que, por cierto, tendrán que ser devueltos por los contribuyentes de los países
“beneficiados”. No importa que las noticias informen que esos bancos
“recuperados” no estén soltando un solo euro destinado a reactivar el aparato
de la economía real, productiva, que está definitivamente entrabado.
En cambio, no dicen
nada de los 100 millones o más de trabajadores lanzados al desempleo por la
crisis. Solucionar la crisis no contempla, de manera alguna, lo que suceda con
esas 100 millones de familias sustraídas del consumo y sobreviviendo de
milagro.
¿Puede decirse,
entonces, que la crisis ya pasó? Ni ha pasado ni va a pasar, no puede tener
solución real alguna. Es una crisis más del capitalismo que, como todas las
anteriores, “terminará” cuando esos millones de desempleaos se hayan
reacomodado a vivir cada día con menos, como puedan, mientras que un puñado
cada vez más pequeño de multibillonarios salen ganando más y más, concentrando
cada vez más y más riqueza. Sólo que esta vez… ¿qué será lo que van a encontrar
cuando vayan a sus caletas, sus bancos y sus paraísos fiscales rebosantes de
papeles cuyo valor real, en qué quedará?
Volvamos la mirada
hacia otro lado. Busquemos información en otras fuentes.
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Estas otras
noticias nos hablan de las soluciones que otras personas le están dando a las
quiebras y cierres provocados por esta crisis:
TRABAJO SIN PATRÓN EN EUROPA[3]
CUATRO EXPERIENCIAS EUROPEAS DE AUTOGESTIÓN
Repasamos las experiencias europeas más avanzadas en la
recuperación de fábricas por parte de los trabajadores.
Marsella
Fralib: el elefante victorioso
Hay un elefante en Francia que se ha transformado recientemente
en un símbolo de lucha. Es el elefante que aparece en el logo de un té muy
conocido en la región, producido desde hace 120 años en una fábrica, de nombre
Fralib, situada en el área metropolitana de Marsella, a 20 kilómetros de la
ciudad. La multinacional Unilever, dueña de la marca Thé Éléphant y también del té Lipton, decidió en septiembre de
2010 cerrar la fábrica y trasladar la producción a Polonia, en busca
de mano de obra más barata.
182 trabajadores se quedaron en la calle. Pero reaccionaron
rápidamente y ocuparon la fábrica. Desde allí empezaron a reivindicar, apoyados
por los sindicatos, no sólo los salarios que les debían, sino también el
derecho a mantener sus puestos y a autogestionar la producción. Unas
medidas acompañadas de una campaña de boicot a la transnacional.
El 26 de mayo de 2014, tras más de 1.336 días de protestas y de
ocupación de la fábrica, los trabajadores de Fralib obtuvieron una
victoria histórica en la batalla legal contra Unilever, la cuarta empresa
alimentaria más grande del mundo.
Aunque Fralib no pudo conservar la marca Éléphant, en el mes de
julio los trabajadores lograron por fin retomar la producción del té y de las
infusiones de hierbas. Además, consiguieron que Unilever los indemnice con 20
millones de euros por los daños causados por el cierre de la fábrica. Con
este impulso, los 60 integrantes actuales de Fralib volvieron a sus puestos de
trabajo en la fábrica, esta vez bajo control obrero. Ahora no sólo trabajan sin
patrón, sino que han reemplazado los aromas químicos por productos naturales y
orgánicos provenientes de cooperativas de productores locales, en el ámbito de
la economía solidaria y alternativa.
“Éste es un proceso que no tiene vuelta atrás”, dice Rima, obrera de
Fralib desde hace varios años. Empezó a trabajar con contratos precarios. Ahora
es integrante de pleno derecho en la cooperativa. “Desde que empezamos esta
lucha, nos hemos dado cuenta de que estamos en una etapa muy importante con
respecto a nuestra libertad como trabajadores y ciudadanos; hemos necesitado
mucha fuerza, mucha energía, pero ahora tenemos que seguir adelante, sin
detenernos ni tener miedo”, concluye Rima.
Estambul
Kasova: “No es sueño, es necesidad”
La ciudad de Estambul ha vivido un año de movilizaciones
multitudinarias a partir de las resistencias del movimiento en defensa del
parque Gezi, de los sindicatos combativos y de muchas otras experiencias de
lucha en contra del autoritarismo del Gobierno, la explotación laboral, la
especulación inmobiliaria o la expropiación de los bienes comunes. La historia
de los obreros de la fábrica Kasova se ha desarrollado en este contexto, convirtiéndose
en la primera fábrica recuperada en Estambul desde los años 70. Esta
experiencia ha evolucionado en profunda relación con otras experiencias, entre
ellas la de la fábrica ocupada Greif, desalojada por la policía el pasado mayo,
o el periódico Karsi, ocupado y autogestionado por sus trabajadores.
La Diren Kasova (Kasova Resiste) se encuentra en Osmanbey, un
barrio textil con una fuerte tradición de lucha obrera, cerca de la plaza
Taksim y del parque Gezi. En los últimos seis meses de vida de esta fábrica
textil, el antiguo dueño empezó a bajar los salarios, a despedir trabajadores y
a reducir el volumen de producción. Cuando en 2013 la plantilla descubrió
los planes del patrón, decidió tomar la fábrica y defender las máquinas, enfrentándose
y resistiendo a la presión policial, a un intento de desalojo y a varias
amenazas durante las noches de toma.
Los obreros han suplido la falta de experiencia sindical con la
solidaridad de los vecinos y de varios grupos políticos. “En los meses de
lucha se han construido conexiones con los vecinos, que se dieron cuenta de las amenazas
de desalojo y empezaron a visitar la fábrica durante la toma. Al mismo tiempo,
la relación con el forum [asamblea] barrial ha ido creciendo en intensidad.
Todo esto ha sido clave, desde el principio, para el éxito de la lucha”, nos
cuenta Bulent, uno de los integrantes de Kasova. “Sin salarios y sin ningún
tipo de indemnización, fueron momentos muy difíciles”, dice. La solidaridad
y el apoyo popular, en particular de los forums, asambleas barriales surgidas
desde el movimiento de Gezi, junto a la determinación de la plantilla de
Kasova, fueron determinantes.
Actualmente, los obreros de Kasova luchan para que les
devuelvan las máquinas que consiguieron llevarse antes de la quiebra
definitiva de la fábrica. La necesidad de empezar a producir para garantizar
ingresos para los integrantes de la cooperativa es un tema vital, una urgencia
económica, pero también política: demostrar que es realmente posible producir
sin patrones, en el marco de la autogestión.
“Queremos empezar una campaña política para que nos reconozcan
el derecho a producir sin patrón –dice Bulent–. Queremos reducir el horario de
trabajo, mejorar nuestras condiciones de vida, trabajar de manera
autogestionada: sabemos que no es fácil, pero queremos intentarlo. No es un
sueño, es la necesidad de mantener un puesto de trabajo para sobrevivir de
manera digna”.
Salónica
Trabajo sin patrón en Vio.Me
En Salónica, ciudad industrial del norte de Grecia, hace casi
dos años que se desarrolla una historia que se ha convertido en referencia
obligada en toda Europa. Es la historia de una fábrica abandonada por sus
dueños, enseguida olvidada por el Estado y el Gobierno, ignorada por el
sindicalismo burocrático. En esta fábrica, como en muchas otras de Grecia y
el sur de Europa, los trabajadores fueron despedidos cuando la empresa entró en
quiebra. En 2011, los trabajadores de Vio.Me, reunidos en asamblea general, decidieron
tomar la fábrica y gestionarla ellos mismos. La fuente de inspiración
fueron, una vez más, las empresas recuperadas argentinas.
“Gracias a la solidaridad pudimos recuperar lo nuestro, la
dignidad de nuestras familias, y seguir con pasión y fuerza en nuestra
lucha”, dice Makis, uno de los trabajadores de Vio.Me. Al igual que en el
caso de Argentina, la recuperación de esta fábrica de materiales de construcción
hubiera sido imposible sin las redes de apoyo y solidaridad de ciudadanos y
movimientos sociales.
Los trabajadores de esta fábrica afirman que es necesario
pensar la producción en relación a las necesidades sociales. En primer lugar,
en relación a las necesidades de la plantilla, no sólo las económicas, sino
también pensando en la sostenibilidad del ritmo de trabajo, la seguridad, las
relaciones sociales entre ellos. La producción también debe estar pensada
en relación a las necesidades de la comunidad, de los grupos de apoyo de la
fábrica, de los vecinos. Y también del medio ambiente: hace más de un año,
Vio.Me inició la producción de detergentes ecológicos. La fábrica recuperada,
afirman los trabajadores, es un patrimonio común, no pertenece ni a un patrón
ni a los obreros, sino que es “parte de una lucha mas grande”.
El proceso de autogestión se concreta a través de prácticas
cotidianas de democracia directa, basadas en la participación del conjunto de
los integrantes de la cooperativa en la toma de decisiones. “Cada día nos
encontramos en la fábrica y decidimos en asamblea durante la primera hora de
trabajo las actividades del día”, nos cuenta Dimitris, otro trabajador de
Vio.Me, “y una vez al mes tenemos la asamblea general de todos los integrantes
de la cooperativa, en la que tratamos todos los temas de gestión, producción y
las cuestiones políticas en conjunto”. Entran a trabajar a las 7h y salen a las
15h. “Estábamos acostumbrados a trabajar para otros. Ahora lo hacemos para
nosotros”, dice Alexandros, otro trabajador de Vio.Me.
Roma y Milán
Recuperando Officine Zero y Ri-Maflow
En Italia existen muchas experiencias que consiguieron gestionar
de forma diferente la producción, reinvertir las ganancias y transformarse en
cooperativa. Pero destacan dos experiencias innovadoras surgidas de las
resistencias contra las políticas neoliberales: Officine Zero, en Roma, y
Ri-Maflow, en Milán.
El proyecto de reconversión de Officine Zero surgió de la lucha
llevada a cabo en la fábrica RSI, un taller de reparación de ferrocarriles
situado en el barrio de Casalbertone, a un kilómetro de Tiburtina, la nueva
estación de los trenes de alta velocidad de la capital. La fábrica quebró en
2011 por la crisis del sector ferroviario público y por la deficiente gestión
de los propietarios, que paulatinamente habían bajado la producción y despedido
a buena parte de la plantilla.
El 20 de febrero de 2012, los últimos 33 obreros despedidos
decidieron tomar la fábrica exigiendo el pago de sus salarios. Durante
esta lucha consiguieron un fuerte apoyo de las redes barriales, de los centros
sociales ocupados y del movimiento estudiantil. La fábrica se abrió a la
sociedad y empezó un proceso político asambleario llamado la “idea loca”, un
proyecto de lucha y trabajo en común entre diferentes sectores laborales, a
partir del apoyo a la lucha obrera contra la patronal y con el objetivo de
crear un proceso de recuperación del espacio de forma colectiva y cooperativa.
El resultado de estas asambleas es el proyecto Officine Zero
–“cero explotación, cero patrones y cero contaminación”–, basado en la
recuperación de la fábrica y su reconversión productiva en base a diferentes
proyectos laborales cooperativos. Lo que une estas experiencias diferentes es
la búsqueda de otro modelo de relaciones sociales y laborales, basados en la
autogestión y la cooperación.
La construcción de una alternativa concreta se articula entre
varios proyectos de la fábrica: talleres artesanales, un proyecto de
reutilización y reciclaje de las máquinas que han sido recuperadas y
reactivadas por los antiguos obreros de la fábrica y nuevos integrantes del
proyecto y un espacio de common working. Además, hay una ‘casa’ estudiantil
autogestionada y un comedor popular. Otro proyecto surgido en la fábrica es la
Camera del Lavoro Autonomo e Precario, con asistencia legal gratuita como forma
de experimentación del sindicalismo metropolitano, organizado desde abajo y
basado en la solidaridad, la lucha común y la conexión entre trabajadores
precarios.
El mismo tema de la reutilización y el reciclaje es fundamental
también en el proyecto de otra fábrica recuperada en Italia, la Ri-Maflow, de
Trezzano sul Naviglio, cerca de Milán. Esta fábrica fue tomada por los
obreros para evitar el vaciado de las instalaciones y que se llevaran las máquinas.
La mayoría de los obreros despedidos participan en la cooperativa y han
abierto la fábrica a la comunidad a través de la feria de segunda mano, que se
ha transformado en un espacio fundamental de la economía solidaria a nivel
territorial.
Nexos entre las fábricas recuperadas
En el último año, se han producido dos momentos de encuentro
para construir un espacio político de conexión, debate y solidaridad entre las
fábricas recuperadas europeas. El primero se produjo en noviembre de 2013, en
Roma, en el encuentro Agora99. El segundo, en la fábrica recuperada Fralib, en
enero de 2014, donde obreros de empresas recuperadas, activistas, militantes e
investigadores de Europa y América Latina se reunieron para conectar
experiencias y analizar los límites y los desafíos de nuevas experiencias de
sindicalismo de base, imaginando la construcción concreta de redes de
solidaridad para fortalecer la autogestión.
Con el nombre de Encuentro regional euro-mediterraneo de
Economía de los trabajadores, se generó un espacio de debate, investigación e
intercambio impulsado por el programa Facultad Abierta de la Universidad de
Buenos Aires y su director Andrés Ruggeri, en donde participaron obreros,
activistas, investigadores desde Europa y América Latina. En estos días fue
presentada por Darío Azzellini la página web sobre control obrero
workerscontrol.net. El próximo, encuentro internacional será en Venezuela en
julio 2015.
Hasta aquí las
noticias del Portal de Economía Popular y Solidaria.
Un par de
consideraciones adicionales. En Trabajadores
empresarios (trabajo publicado en 2012) escribí, hace casi cinco años, lo
siguiente:
«El movimiento de
las ERT (Empresas recuperadas por los trabajadores) es y seguirá siendo por
mucho tiempo una fuente de enseñanzas inagotable… No es la teroía de la lucha
de clases. Es una de sus manifestaciones más vivas y enriquecedoras, en las
que, en cada paso que dan, sus protagonistas, los trabajadores, aprenden y
enseñan a la vez. Habrá que volver una y otra vez sobre sus experiencias”» (Pág.
235)
Y en el texto ¿Hacia dónde?, que publiqué en mi Blog en
varias entregas en octubre de 2013, esta otra reflexión:
«Otro estudio llevado a cabo
por profesores y estudiantes de la Universidad de Buenos Aires calificó a este
experimento como “el más esperanzador”. Hoy, en pleno vórtice de la crisis
global del capitalismo, tal calificativo adquiere pleno valor. No cabe duda de
que este “modelo” de solución será una de las formas como los trabajadores que
van cayendo implacablemente en el desempleo y en el paro forzoso, especialmente
en la Europa del euro, encontrarán la vía hacia el nuevo modelo económico: la
empresa de los trabajadores».
Alfonso Monsalve Ramírez
Cumbayá, septiembre 12 de 2014
[1] Ver: Marco Antonio Moreno, Janet
Yellen y Mario Draghi confirman el fracaso de la política monetaria, http://www.elblogsalmon.com//economia/janet-yellen-y-mario-draghi-confirman-el-fracaso-de-la-politica-monetaria?utm_source=NEWSLETTER&utm_medium=DAILYNEWSLETTER&utm_content=POST&utm_campaign=27_Aug_2014+El+Blog+Salm%C3%B3n&utm_term=CLICK+ON+TITLE.
Y Juan Torres
López, Las finanzas mundiales con
mujeres al frente,
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=188651
http://www.elespectador.com/noticias/economia/grecia-volvera-crecer-trimestre-tras-seis-anos-de-reces-articulo-515111
[3] Tomado del boletín del
Portal de Economía Popular y Solidaria del 8 de septiembre de 2014. Los autores
de esta información son Alioscia Casronovo, Elisa
Gigliarelli Integrantes del grupo de investigación sobre empresas recuperadas
de Officine Zero (Roma) para el Periódico DIAGONAL.
Ver: http://economiasolidaria.org/noticias/trabajo_sin_patron_en_europa
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