Si algún conflicto
internacional presenta dificultades de toda índole para interpretarlo, es el de
Ucrania. La primera condición para lograr una aproximación clara a lo que allí
–o en cualquier otra parte del mundo– sucede, es descartar de plano la “información”
que nos brindan los grandes medios impresos, televisivos, radiales y digitales
voceros de las grandes corporaciones a las que pertenecen y cuyos intereses
financieros defienden.
Es imprescindible buscar
otras fuentes, independientes, alternativas, contestatarias. Entender la realidad
siempre ha sido un ejercicio difícil, exigente, y no puede limitarse a una sola
visión. Aquí están dos análisis provenientes del boletín electrónico PRESSENZA,
vocero del Movimiento Humanista Siloísta. Son puntos de vista que podemos
compartir en mayor o menor grado. Pero sin duda constituyen una valiosa
contribución a la clarificación de esta situación que en este momento es el
pivote sobre el que oscilan dos opciones extremas: guerra o paz.
•
Ucrania: dos miradas desde abajo y
la izquierda
Oleg Yasinky
PRESSENZA
Mayo 7, 2014
Ahora, estas dos entrevistas realizadas
hace un poco más de una semana se ven diferentes. Están alumbradas por el fuego
infernal de la Casa de los Sindicatos de Odesa, donde en un operativo
planificado y calculado unos seres humanos quemaron vivos a otros seres humanos
y remataron a los sobrevivientes. Los miserables medios de comunicación
oficialistas nos hablan de «responsabilidades compartidas». El gobierno
ucraniano declara días de duelo, sin precisar si están incluidas las futuras
victimas.
En lo político Maidan[1] no
resultó ser más que una sangrienta reedición de la Revolución Naranja, que
detrás de comparsas y carnavales de simbología rebelde esconde un vulgar
enroque de elites oligárquicas. La revolución naranja fue limpia y fotogénica.
La de Maidan tiene imagen de turbas de guerreros medievales y olor a carne
quemada y a mierda.
Uno de los entrevistados, Volodymyr Chemeris,
hace sólo un par de décadas fue uno de los más conocidos activistas
estudiantiles a favor de la independencia de Ucrania de la URSS. Me acuerdo de
la huelga de hambre de un grupo de estudiantes en la plaza central de Kiev,
encabezada por él en 1990, con una serie de demandas políticas que tuvieron
como consecuencia la declaración de la independencia del país un año después. A
diferencia de varios otros disidentes y “defensores de los derechos humanos”
soviéticos, él siguió luchando contra las mafias políticas que heredaron del
Partido Comunista el poder en Ucrania. Su evolución política fue al revés:
iniciando su vida social como derechista y anticomunista, ahora es una persona
de izquierda y un lúcido critico del fascismo y el modelo neoliberal.
El otro, Andriy Manchuk, es mi amigo y
compañero desde hace años, de una generación posterior a la de Volodymyr, tal
vez la primera en la Unión Soviética que se salvó de aburridas y obligatorias
clases de marxismo leninismo dictadas por profesores que ya no creían en nada.
Por eso estos jóvenes tuvieron que descubrir caminos de izquierda por su propia
cuenta y contra todas las corrientes de la época. Guiados por la estrella
guevarista más que por los añejos manuales soviéticos, Andriy y sus compañeros,
siempre críticos a los partidos comunistas instutucionales y sus funcionarios,
fundaron primero el Movimiento de Juventud Che Guevara, que luego derivó a una
pequeña organización de la izquierda independiente y autónoma ucraniana, hoy
conocida como «Borotba» («Lucha» en ucraniano). Hace un poco menos de un año,
organizando en la humilde oficina de «Borotba» en el centro de Kiev una
exposicion de la pintora zapatista Beatríz Aurora y compartiendo con ellos
experiencias y noticias de Latinoamérica, creo que ninguno de los presentes
podíamos imaginar que sólo dentro de unos meses esta oficina y los cuadros
zapatistas serían saqueados y destruidos por turbas neonazis y que los primeros
mártires de nuestra generacion de la izquierda ucraniana serían nuestros
hermanos y compañeros de «Borotba» en Odesa, quemados vivos y rematados por
bestias humanas adiestradas y dirigidas por el poder.
Cuando escribo estas líneas, las tropas
del gobierno ilegitimo de Kiev, en su infructuoso intento de combatir grupos
armados ilegítimos del sureste del país, piden oficialmente apoyo de otros
grupos armados ilegítimos del oeste, en su mayoría de ultraderecha.
Sabemos que en los próximos meses toda la
máquina militar y toda la prensa oficial ucraniana caerán sobre los pequeños
grupos de nuestros compañeros de izquierda. Acusados de «separatistas» o
«prorrusos» por los medios dóciles al poder, ellos son mil veces más
proucranianos que su gobierno, apurado en vender las ruinas del país al FMI por
un precio que haría sonrojar a Mefistófeles. Necesitarán de nuestra
solidaridad. Tal como los luchadores sociales de América Latina hace décadas
necesitaron la solidaridad de los pueblos de la Unión Soviética, ahora la
izquierda ucraniana, perseguida por el fascismo y las calumnias de la prensa
local, necesitará de la solidaridad latinoamericana e internacional.
Aquí presentamos a los entrevistados y
luego va la entrevista.
Andriy Machuk:
Sociologo ucraniano, periodista que cubrió
conflictos en Chechenia, Osetia del Sur, Georgia, Kosovo, Iran, Kurdistan, Libano,
Siria, Pridnestovie, Egipto, hizo reportajes para Ucrania y Rusia desde
Sudafrica, Corea del Norte; China, Sur y Sureste asiatico, Cuba, Venezuela y
Ecuador. Partició en la investigacion del fusilamiento de la manifestacion
obrera en la ciudad petrolera Zhanaozen (Kazajstan) y el comercio de los
desechos radioactivos desde la zona de Chernobyl.
Fundador del principal sitio web de la
izquierda ucraniana Liva.com.ua y cofundador del proyecto de cultura
urbana alternativa Ghetto.in.ua.
Autor de varios libros y publicaciones
sobre temas sociales, culturales y de derechos humanos.
Uno de los fundadores y dirigentes
del movimiento ucraniano de izquierda Unión “Borotba”.
Vive en Kiev.
Volodymyr
Chemerys:
Activista
social y defensor de derechos humanos. En los 80 dos veces fue expulsado de la
universidad por “actividades antisoviéticas”. Fue uno de los mas activos
luchadores por la independencia de Ucrania de la URSS. En los 90 fue presidente
de la Unión de Estudiantes de Ucrania y diputado del parlamento. En 200… fue
coordinador del movimiento de protesta “Ucrania sin Kuchma”. Uno de
organizadores de campaña que exige reconocimiento de responsabilidad y pago de
idemnización por parte de los EEUU a la familia de su amigo, periodista
ucraniano Taras Protsiuk asesinado por disparo de un tanque norteamericano
durante la invasión a Irak. Conocido adversario y crítico del duopolio que
gobernó Ucrania los últimos 20 años. Activista de la iniciativa ucraniana “Por
protesta no violenta”.
Fundador
y presidente de la organización de la izquierda ucraniana “Instituto
República”, actualmente aliados de “Borotba” en la lucha por la paz en Ucrania.
Vive en Kiev.
¿Qué
fue lo que pasó en Ucrania en febrero de este año? Algunos medios lo han
llamado golpe de estado. ¿Es cierto?
ANDRIY MANCHUK
Lo
que pasó fue que en febrero, como resultado de los choques sangrientos en el
centro de Kiev, llegó al poder una coalición de políticos de derecha y
neoliberales, con apoyo de la UE y EEUU. Hubo también participación financiera
de algunos oligarcas ucranianos descontentos por la creciente influencia y
apetitos de la familia de Yanukovich. Este nuevo gobierno derechista, cuya
mayoría de integrantes ya había estado antes en el poder, utilizó hábilmente el
descontento de la gente que padecía por las políticas antisociales de
Yanukovich, para seguir ahora con la misma política incluso a un ritmo más
acelerado. Para cumplir con las condiciones exigidas para obtener créditos del
FMI, las autoridades anunciaron un aumento de tarifas sin precedentes, los
precios se dispararon y comenzó a haber retrasos en el pago de sueldos,
pensiones y ayudas sociales en general. La situación se agrava en el Sudeste
del país, pero las autoridades de Kiev apuestan por una solución de fuerza
anunciando que reprimirá a los ciudadanos descontentos haciendo imposible
cualquier acuerdo. Los medios de comunicación están ahora en plena histeria
patriótica, la censura es evidentemente mayor que en tiempos de Yanukovich, los
defensores de los derechos humanos partidarios del nuevo régimen cierran los
ojos frente a las persecuciones políticas y la violación del derecho a reunión
pacífica.
Sin
duda este es el gobierno más derechista en la historia de Ucrania y su
ideología combina un fundamentalismo neoliberal (con su fe incondicional en los
dogmas de libre mercado) y un nacionalismo extremo, que se ha convertido en una
especie de religión para la mayor parte de los intelectuales ucranianos. En el
país actúan hoy abiertamente varios grupos armados, formados por paramilitares
neonazis. Por iniciativa del Fiscal General Mikhnitsky (cercano a Svoboda) y
pasando por encima de las decisiones de la justicia, el parlamento liberó a
todos los presos de ultraderecha condenados por delitos violentos, incluso por
asesinato.
En
el Maidán hubo personas de diferentes ideas y entre ellos muchas personas
honestas y sinceras. Pero la derecha controló este movimiento en el sentido
político, ideológico y organizativo. Por la correlación de fuerzas, al menos
para nosotros, desde el inicio ya estaba claro que ellos tomarían el poder
después de la caída de Yanukovich.
VOLODYMYR
CHEMERIS
En
Ucrania maduraron las contradicciones sociales y los ucranianos salieron al
Maidán (plaza en ucraniano) varias veces: el 2000, con el movimiento “Ucrania
sin Kuchma”; el 2004, con la Revolución Naranja y el 2013, con los eventos
conocidos mediáticamente como Euromaidán.
En
tiempos del movimiento “Ucrania sin Kuchma”, por primera vez se planteó con
fuerza el tema del cambio del sistema de relaciones sociales, económicas y
politicas; también surgió la demanda de una república parlamentaria. Pero ni en
2001 ni en 2004 el sistema cambió en lo más mínimo. Y cada año crecía el número
de acciones de protesta, la mayoría de ellas por demandas sociales: estudiantes
y pequeños empresarios en 2010, maestros, inválidos de Chernobyl y veteranos de
Afganistán en 2011 y mineros en 2013. En el verano de 2013, en un pueblito
llamado Vradievka, las protestas contra la crueldad de la policía fueron
especialmente fuertes y ya era evidente que Ucrania estaba al borde de un nuevo
estallido social.
Lo
que ahora se conoce como Euromaidán tuvo su origen en una protesta de una parte
de la clase media educada (“creative class”), debido a la negativa del gobierno
a firmar el acuerdo sobre asociación con la Unión Europea. Se inició el 21 de
noviembre de 2013 y prácticamente se agotó hacia fin de mes. Las
manifestaciones ya estaban por desaparecer, pero en la noche del 30 de
noviembre, violando la constitución y con una crueldad inusual fueron reprimidas
por las fuerzas especiales de la policía, la Berkut y al día siguiente, el 1 de
diciembre, salieron a las calles de Kiev varios cientos de miles de
ucranianos indignados. Pero esto ya no era propiamente Euromaidán. De hecho,
según el fondo “Iniciativas Democráticas”, la exigencia de una asociación con
Europa era apoyada sólo por una minoría de quienes protestaban; la mayoría (más
de un 70%), quería en primer lugar “mejorar la vida en Ucrania” y la renuncia
del corrupto presidente Yanukovich. Las palabras “cambio del sistema” eran las
más populares en el Maidán. Pero la voz del Maidán, fue secuestrada por
representantes de la oposición burguesa, dos partidos liberales y uno
nacionalista. Fueron ellos justamente los que tuvieron recursos necesarios para
imponer su agenda, mientras la ultraderecha se dedicaba a destruir los
monumentos a Lenin, hacer marchas con antorchas y agredir físicamente a los
sindicalistas.
La
gente que protestaba lo hacía por demandas sociales y en primer lugar quería
acabar con el poderío de los oligarcas; pero estas demandas no se convirtieron
en las del Maidán. Esto sucedió porque la izquierda estaba literalmente
“atomizada” y la sociedad civil no tuvo la suficiente fuerza ni organización
para resistir la avalancha de recursos económicos de los partidos. Al final los
líderes de la oposición política, varias veces abucheados por el Maidán, fueron
los únicos que lograron capitalizar la caída del régimen de Yanukovich formando
su gobierno de transición.
En
el oriente de Ucrania existía un potencial de protesta quizás incluso más
grande que en el occidente; en la primavera del 2013, por ejemplo, en la región
de Lugansk los mineros tomaron el edificio de la administración minera para
exigir el cumplimiento de sus demandas sociales al conocido oligarca ucraniano
Rinat Akhmetov. Pero el oriente del país no apoyó la rebelión de Maidán: en
primer lugar, porque no vio expresadas sus exigencias sociales y también porque
rechazó las acciones agresivas de la ultraderecha. Otra razón fue que los obreros
casi no estaban representados: de acuerdo a la información de la misma
organización “Iniciativas Democráticas”, los obreros en el Maidán eran sólo un
7%. Después del triunfo de la oposición y que el nuevo gobierno quedara
constituido por el partido liberal Batkivschina y el nacionalista Svoboda,
ambos ajenos a sus intereses, el oriente se rebeló. Ni el Maidán ni el nuevo
gobierno le ofrecían a Ucrania un nuevo modelo social; sólo insistían en un
esquema ideológico rechazado tanto en el oriente como en el sur. Además, el
nuevo gobierno designó como gobernadores de las regiones orientales a oligarcas
que son odiados por el pueblo de esas regiones. También el habló de la
necesidad de “apretar los cinturones” por la amenaza militar Rusa, en una
situación económica que ya era catastrófica, trasladando toda el peso de este
período no hacia el gran capital, sino hacia las personas que participaban
tanto en el Maidán como en el Anti-Maidán oriental. Los programas sociales
fueron reducidos en 7 mil millones de grivnas (aproximadamente 875 millones de
dólares de esa fecha). Debido a las exigencias del FMI se dispararon los
precios de la energía y en consecuencia las tarifas comunales y de transporte.
Actualmente la grivna está en caída libre, los precios crecen y los sueldos y
pensiones están congelados. Los expertos dicen que debido a los saltos del
cambio de moneda nacional, los bancos especuladores ya han ganado cerca de 3
mil millones de dólares.
Viendo
la situación de este modo, las protestas en Ucrania oriental pueden entenderse
como una prolongación del Maidán, pero con exigencias sociales más definidas.
Los movimientos de protesta en el oriente son tan diversos como lo eran en
Maidán: hay partidarios de la descentralización, de la federalización del país
y también partidarios de la unión con Rusia.
El
movimiento prorruso, antes del Maidán, prácticamente no se notaba. Explicar su
crecimiento exclusivamente por la presencia de provocadores mandados desde
Rusia (quienes sin duda también existen), como lo quiere presentar el gobierno
de Kiev, es absurdo; la causa está en la política antisocial de este gobierno.
En realidad, existen fuertes coincidencias entre las posturas del Maidán y del
Anti-Maidán: descentralización con aumento de la autogestión local en vez de gobernadores
nombrados por el gobierno central y sentimiento de odio hacia los oligarcas que
han gobernado Ucrania prácticamente a lo largo de todo el período
independiente. La diferencia es que en oriente hay un rechazo generalizado del
gobierno actual, el que sólo es aceptado en el centro y occidente del país en
gran medida por la excusa de una amenaza imperialista rusa.
La
unión del Maidán con el Anti-Maidán en un solo movimiento, que conduciría a
Ucrania a una revolución social, es obstaculizada tanto por el gobierno de Kiev
y sus aliados de ultraderecha como por el gobierno de Putin, que imponen una
agenda muy lejana a la social.
En
febrero de 2014, lo que hubo en Ucrania no fue un cambio de sistema social (o
sea una revolución), sino solo un cambio de los grupos en el poder. Los
representantes de un clan de la gran burguesía, igual que en el 2004, una vez
más se alternaron en el poder con los del otro clan. Pero, como es evidente,
las contradicciones sociales no desaparecieron y son las mismas que en otras
ocasiones y por diferentes motivos (asesinato de un periodista, elecciones
presidenciales, integración europea), han llevado antes a los ucranianos al
Maidán. Y es también evidente que esto seguirá sucediendo hasta que una
revolución de verdad acabe con estas contradicciones. Ahora en Ucrania es común
hacer paralelos históricos: en 1917 en Rusia fue la revolución de febrero,
seguida luego por la revolución de octubre; es muy probable que después del
golpe de febrero, en Ucrania habrá una revolución… de octubre, de noviembre o
de septiembre…
El
término “junta de Kiev”… ¿qué opina de esto? Los medios rusos llaman al
gobierno ucraniano “junta”, haciendo alusión a la junta militar de Pinochet.
ANDRIY
MANCHUK
Yo
no ocupo este término. Pero después de visitar los actos masivos del llamado
Anti-Maidán, entendí que este término nació espontáneamente entre los
manifestantes, en un medio popular descontento por el poder derechista de Kiev
y ahora se usa activamente en el sudeste del país. En esta zona muchos consideran
que un gobierno con ministros de ultraderecha, que llegó al poder después de
choques sangrientos con participación de paramilitares neonazis y que toma una
postura absolutamente enemiga con los habitantes de esta enorme región, bien
puede ser llamado “junta”. Este calificativo ya se arraigó y es un hecho
objetivo. Para cambiar esta situación, hay que empezar por rechazar las
etiquetas descalificadoras que los partidarios del Maidán ponen ahora a los
habitantes del sudeste: colorados, topos, titushkas, vatniks, etc. (Nota del Traductor: Colorado: por un escarabajo muy dañino para
la agricultura que tiene los mismos colores que la cinta de San Jorge,
utilizada para simbolizar la victoria del ejército soviético sobre los
nazis; Topos: por la condición de mineros de muchos de los
Anti-Maidán; Titushka: se refiere a matones, frecuentemente de
las barras del fútbol o delincuentes comunes, utilizados por Yanukovich para
amedrentar a los manifestantes de oposición. El término hace referencia a Vadim
Titushka, quien fue uno de los primeros de estos matones detenido y
desenmascarado por los manifestantes; Vatniks: tipo
de chaqueta o parka muy fea pero abrigadora de uso popular entre los obreros.)
VOLODYMYR
CHEMERIS
Efectivamente,
la separación de Yanukovich del poder y la formación del nuevo gobierno en
febrero no se hizo conforme a la constitución de Ucrania. Pero la situación
real fue que el presidente y parte de su gobierno se fugaron del país. El
partido de gobierno estaba desmoralizado, el poder prácticamente estaba botado
y no cualquiera podía levantarlo. La sociedad civil, la clase media y los
representantes de los diferentes grupos de Ucrania occidental, que
representaban la mayoría del Maidán, no estuvieron en condiciones para
constituir un nuevo gobierno. Por eso, la oposición parlamentaria burguesa,
junto con los escombros del ex partido de gobierno (Partido de las Regiones)
fueron los que levantaron el poder tirado en las cenizas del Maidán. En ese
momento, simplemente no había posibilidad de realizar todos los procedimientos
constitucionales necesarios. Y no había nadie más que pudiera tomar el poder.
Creo
que el poder actual de Kiev debe considerarse legítimo, pero no en el sentido
de que fuera constituido conforme a la constitución, sino porque aunque no lo
quieren, lo reconocen como poder las instituciones armadas, los poderes
locales, la mayoría de las organizaciones de la sociedad civil y el ya opositor
Partido de las Regiones. En lo personal opino que por ahora es mejor no
cuestionar la legitimidad del gobierno de Kiev, al menos mientras no estemos en
condiciones de proponer una alternativa.
¿Cual
fue el rol de las potencias extranjeras en el derrocamiento del gobierno de
Yanukovich y en los acontecimientos actuales?
ANDRIY
MANCHUK
Los
gobiernos de EEUU y la UE, abierta y activamente apoyaron el Maidán. Cuando los
manifestantes comenzaron a tomarse los edificios administrativos en el centro
de la capital, ejercieron presión política sobre Yanukovich para que no los
reprimiera. También apoyaron desde mucho antes a los adversarios de Yanukovich
con información y finanzas a través de un sistema de becas (grants) destinado a
periodistas y activistas de oposición. Los embajadores y políticos occidentales
estaban permanentemente presentes en el Maidán, incluyendo a personas tan
siniestras como el senador McCain, legitimando así a los paramilitares de
ultraderecha. Después de que los neonazis derribaron el monumento de Lenin en
el centro de Kiev, erigido para la exposición de París de 1936, tres ministros
del exterior de países de la Unión Europea públicamente apoyaron este acto de
vandalismo. Sin duda que sin este apoyo decisivo, Maidán no hubiera tenido
ninguna posibilidad de triunfar.
VOLODYMYR
CHEMERIS
El
gobierno de Yanukovich reiteradas veces señaló que el Maidán fue organizado por
provocadores cumpliendo instrucciones de potencias extranjeras (seguramente
teniendo en cuenta a EEUU y la Unión Europea). Según las leyes aprobadas el 16
de enero de 2014, las organizaciones que reciben dinero desde el exterior eran
consideradas “agentes del extranjero”. El actual gobierno de Kiev está
repitiendo ahora el error fatal de Yanukovich, cuando declara que la rebelión
en el oriente de Ucrania se debe sólo a la intromisión rusa. Tanto el Maidán
como el Anti-Maidán tienen un origen social; ningún Obama (o Merkel) o Putin
podría jamás hacer lo que hizo el pueblo de Ucrania. Desde el Occidente,
personas como Nuland, Ashton, Tombinsky, Kvasnevsky, Füle, presionaban a la
oposición parlamentaria y a Yanukovich a la negociación y el compromiso. Al
final, lograron convencer a Yanukovich de deshacerse del gobierno de Azarov y
ofrecer el cargo de Primer Ministro a Yatseniuk; este aceptó, pero el Maidán lo
abucheó. Los manifestantes, cada vez más radicalizados ya no permitían ningún
tipo de acuerdo con Yanukovich. En general, el Occidente siempre tuvo miedo a
la anarquía de las masas, aun más, temía que esta anarquía fuera encabezada por
los declarados fascistas de Sbovoda o de Pravyi Sektor; por eso querían
conservar a Yanukovich en la presidencia haciendo primer ministro a Yatseniuk.
Occidente
quería llegar a este acuerdo. Tres cancilleres europeos y un ex Ombudsman
(defensor del pueblo) ruso prácticamente obligaron a Yanukovich y a tres
lideres de la oposición parlamentaria, el 21 de febrero, a firmar un compromiso
según el cual Yanukovich seguiría como presidente hasta fines de año. Los
opositores incluso hicieron que la asociación Maidán, controlada por ellos y
compuesta por una parte de los activistas sociales, lo aprobara. Pero el Maidán
real también rechazó este acuerdo. Tengo la impresión de que la oposición
burguesa simplemente tenía miedo de tomar el poder y los ministros occidentales
querían conservar a Yanukovich como garantía contra la posibilidad de un viraje
social que podía ocurrir como consecuencia de la energía y radicalización del
Maidán. Pero pasó lo que pasó. Aunque Occidente no quería la caída definitiva
de Yanukovich, el actual gobierno resultó ser el mejor regalo para ellos. Este
gobierno no tiene apoyo de Rusia, ni del oriente del país, ni, en términos
reales, tampoco del occidente del país; depende totalmente de EEUU y la UE.
¿Quien
cree que disparó a los manifestantes en Kiev?
ANDRIY
MANCHUK
La
versión oficial de que esto lo hicieron las fuerzas especiales por orden de
Yanukovich genera escepticismo incluso entre varios de los partidarios del
nuevo gobierno y sus protectores europeos, lo que se hizo evidente por la
grabación de la conversación entre el ministro de defensa de Estonia y la
“baronesa” Ashton. Aun más, los jefes de las fuerzas especiales no solo no
fueron arrestados, ni siquiera fueron despedidos y siguen trabajando para el
nuevo régimen. Se sabe que Yanukovich, durante varios meses, se rehusó a
autorizar que se abriera fuego contra los manifestantes. Esto fue así, no por
razones humanitarias, sino porque estaba muy preocupado por su imagen en los
medios internacionales, ya que cadáveres en las calles de Kiev significarían la
caída inmediata de su régimen. Por eso existen varias versiones respecto a que
los disparos podrían haberlos hecho partidarios de la oposición, con mayor
razón porque sus representantes tenían armas y las usaban abiertamente. Es
conocida la foto que le tomaron a Pashinsky, diputado del bloque de Yulia
Timoshenko que ahora encabeza la administración del presidente, con un fusil de
francotirador. Pero no quiero seguir especulando con este tema, lo que es obvio
es que el actual gobierno no tiene ninguna intención de investigar esta
tragedia.
VOLODYMYR
CHEMERIS
Es
una pregunta para los organismos competentes. Los resultados de la
investigación que presentaron el Ministerio del Interior, el SBU (Servicio de
Seguridad de Ucrania) y la Fiscalía General, producen serias dudas
prácticamente a todos.
La
lógica fue así: el Maidán se debilitaba, pero de repente, el 30 de noviembre,
lo reprimen y en respuesta a eso los ucranianos se rebelan. La gente está
protestando en el Maidán sin ningún resultado y poco a poco se desmotiva, pero
de repente, en la noche del 10 al 11 de diciembre, el Maidán es atacado por la
Berkut. Esta vez la policía no golpea a nadie y su ataque no da ningún
resultado, pero la gente recupera el sentido de estar en el Maidán y construye
las primeras barricadas. Luego, la protesta nuevamente se debilita, pero el
Parlamento repentinamente aprueba las leyes del 16 de enero que restringen
fuertemente los derechos ciudadanos, en primer lugar, el derecho a reunión; la
respuesta del Maidán son los cócteles Molotov. Da la impresión de que alguien,
a propósito, arrojaba combustible al fuego. Luego, de nuevo se produce un
equilibrio de fuerzas, pero el 20 de febrero suenan disparos, después de los
cuales no hay ninguna acción de las autoridades; el resultado, la caída de
Yanukovich.
Existen
diferentes versiones sobre las razones de fondo de la caída de Yanukovich. Una
de ellas señala que habitualmente en Ucrania un presidente autoritario cumplía
el rol de garante y árbitro: tenía que ser garante de que todo lo que era
robado por los oligarcas permanecería en sus manos y árbitro en caso de
conflicto entre ellos. Yanukovich dejó de cumplir el rol de árbitro cuando las
propiedades de los oligarcas comenzaron a ir a parar a manos de su propia
familia. Los oligarcas (Kolomoysky, Firtash y otros) se molestaron mucho,
fueron ellos quienes participaron en el apoyo y en la “estimulación” del
Maidán.
¿Cual
es el conflicto entre el gobierno de Ucrania y Pravy Sektor?
ANDRIY
MANCHUK
Dentro
de la coalición gobernante hay una lucha por el poder. Pero el asesinato del
siniestro paramilitar ultraderechista Muzychko y el hecho de que una parte de
los paramilitares de Pravy Sektor después de un tiroteo en el centro de Kiev se
mudaron a una mansión fuera de la ciudad, no significa que entre Pravy sector y
el poder exista algún conflicto de fondo. El líder formal de Pravy Sektor,
Yarosh, está orgulloso de su amistad y de ser compadre del jefe del SBU,
Nalivaychenko, quien a su vez es conocido por sus estrechos contactos con los
servicios secretos norteamericanos. Hace poco lo visitó en Kiev el director de
la CIA. No es ningún secreto que los grupos a partir de los cuales fue creado
Pravy Sektor, siempre han estado bajo control de SBU. Pravy Sektor es una
estructura manejable y bajo control de los que hoy están en el poder. Lo que
ocurre es que ahora simplemente los han desplazado de la primera plana, para
que no asusten con su apariencia y sus acciones a los periodistas y al público
liberal que simpatiza con el Maidán.
VOLODYMYR
CHEMERIS
Pravyi
Sektor (PS), se convirtió en un partido, creado en base al partido Asamblea
Nacional Ucraniana (UNA), también llamado Autodefensa Nacional Ucraniana
(UNSO). Este último participó activamente en el movimiento “Ucrania sin Kuchma”
y durante mucho tiempo nos visitaba en la oficina de nuestro Instituto
República, junto con representantes de los grupos de izquierda. Teníamos
fuertes discusiones, pero nunca llegábamos a la agresión física. Entre Svoboda
y el PS, adonde aparte de UNSO entra el grupo “Trizub” (Tridente) con su líder
Yarosh y otros grupos de ultraderecha, no existe ninguna diferencia ideológica,
pero sí hay diferencias en temas tácticos y lo más importante, odios
personales. El PS se formó en Maidán como una alternativa a Svoboda. El aumento
de popularidad del PS, después de sus ataques con cócteles Molotov el día 19 de
enero sin tener respuesta de la policía (antes de eso los llamaban
provocadores) causó que ahora se convirtiera en un serio peligro electoral para
Svoboda.
Actualmente
Svoboda es parte del gobierno; su representante es el fiscal nacional interino.
Justamente, fue este fiscal, Makhnitsky, quien junto con el ministro del
interior Avakov fue acusado por el PS de organizar el asesinato de su más
destacado representante, Sashko Bilyi. Pero la competencia entre PS y Svoboda
será sólo por los electores de la ultraderecha. Hay que tener en cuenta que el
actual gobierno de Ucrania no está interesado en la existencia de un grupo
armado que siga asustando a los habitantes de Kiev, disparando de vez en cuando
sus Kalashnikovs en el centro de la ciudad e irrumpiendo en el Parlamento para
imponer sus exigencias.
Lo
importante son dos cosas: que el PS está bajo el control de las fuerzas de
seguridad SBU (el jefe del PS, Yarosh, fue ayudante del director del SBU
Nalivaychenko) y que es financiado por el oligarca judío Kolomoysky, quien
también financia a Svoboda.
¿Donde
está la izquierda ucraniana?
ANDRIY
MANCHUK
La
izquierda ucraniana no existe como movimiento y esa fue una importante razón
para que la oposición derechista no tuviera problemas para instrumentalizar
según sus intereses el descontento social, usando sus manos para tomar el
poder.
Ser
de izquierda en Ucrania no es fácil, ya que durante los últimos más de 20 años
en la conciencia social del país ha predominado la propaganda anticomunista
combinada con una glorificación del nacionalismo. La ideología de izquierda se
ha satanizado de mil maneras, presentándose como algo a priori extraño al
pueblo ucraniano y aun más, como la ideología de los enemigos, de aquellos
forajidos que supuestamente planificaron la eliminación física de los
ucranianos como pueblo. Una generación entera de intelectuales creció con mitos
históricos de derecha y dogmas anticomunistas.
Pero
esta situación no empujó a la izquierda ucraniana a unirse, pese a que desde
hace varios años era evidente que la extrema derecha tomaría el poder. Esto se
hizo claro, sobre todo, luego de los grandes éxitos electorales de Svoboda, con
quien se aliaron los partidos liberales. Los intentos de organizar algún
movimiento político de izquierda más o menos influyente o masivo fracasaron, no
por acciones de la policía política que en los tiempos de Yanukovich era
corrupta y débil, sino por el infantilismo, impotencia política y tontas peleas
internas de la izquierda. Pese a las acostumbradas consignas de unidad y
solidaridad, siempre terminaban imponiéndose mezquinas peleas sectarias. Una
parte de la izquierda abandonó definitivamente la idea de la organización
política y la lucha por el poder, autoexcluyéndose así del proceso político.
Los acontecimientos en Maidán evidenciaron esta crisis de la izquierda.
Pequeños
grupos de anarquistas se convirtieron de hecho en ayudantes involuntarios de la
derecha y ultraderecha, fuerzas predominantes del Maidán, ayudándoles a tomar
al poder. Además de esto estos grupos se dejaron influir por la histeria
patriótica y el racismo social, despreciando a los habitantes del sudeste a
veces incluso más que algunos activistas de derecha.
Borotba,
una organización de izquierda, después de que matones de ultraderecha
destruyeran en enero su oficina en Kiev, trasladó su trabajo principal a
Kharkov, Mariupol, Odesa y otras de las ciudades en las que se inició el
movimiento masivo de resistencia al poder central. En las “Maidanes” de estas
ciudades, la izquierda sí puede salir con sus banderas y su agenda, compitiendo
exitosamente con otras fuerzas políticas. Creemos que después de la crisis que
inevitablemente sobrevendrá en los próximos meses, la izquierda tendrá la
oportunidad de encabezar estas protestas, las que tendrán una potente agenda
social y serán muchas veces más fuertes.
VOLODYMYR
CHEMERIS
La
izquierda ucraniana extraparlamentaria llegó a los acontecimientos de fines del
2013 en una situación de absoluta división, prácticamente atomizada. Lo único
que hacían los pequeños y marginales grupitos de izquierda era pelear entre
ellos y discutir temas como el trotskismo y el anarcosindicalismo, es decir
cosas que a la sociedad no le interesaban en lo más mínimo. Todos los intentos
de unir a los grupos de izquierda sobre una base federativa, como por ejemplo
en el caso de la CIRIZA griega, fracasaron. Esto explica el rol marginal que
ellos tuvieron en el Maidán. Los activistas sindicales de izquierda, los
hermanos Levin, fueron golpeados en el Maidán el 4 de diciembre por militantes
ultraderechistas de Svoboda. El intento de organizar una “centuria” anarquista
en el Maidán también fracasó por la oposición violenta de la ultraderecha. (los manifestantes del Maidán se organizaban
en grupos de 100. Nota del traductor)
Pero
la izquierda logró al menos elaborar y dar a conocer 10 puntos de acuerdos
básicos, que en el fondo eran las exigencias sociales de la gente que salió al
Maidán. Estas exigencias fueron apoyadas por los manifestantes, aunque jamás se
convirtieron en demandas oficiales de la oposición burguesa que encabezó el
Maidán.
La
asociación de izquierda Borotba participa ahora activamente en el Anti-Maidán y
tiene una influencia bastante grande en las protestas de Kharkov, segunda
ciudad de Ucrania. Borotba no quiere la unificación de Ucrania oriental con
Rusia, sino que exige una organización federal para el país. También se ha
declarado abiertamente enemiga del gobierno oligárquico de Kiev.
¿Cómo
es el Partido Comunista de Ucrania y cual es la postura de sus dirigentes y sus
bases?
ANDRIY
MANCHUK
El
Partido Comunista de Ucrania es en realidad el partido conservador de Petro
Symonenko, quien privatizó esta popular marca política hace 20 años. En los 90,
este partido fue la principal fuerza opositora en el país y tuvo influencia
masiva y apoyo popular real, pero Symonenko expulsó a todos los activistas
honestos que molestaban a su negocio político con Timoshenko, Yanukovich y
Putin. Desde entonces, este partido “comunista por su nombre”, ha adoptado la
ideología del clerical-patriotismo ruso. Después del Maidán, sus oficinas en
Kiev y en todo el occidente fueron tomados por los neonazis, que quemaron sus
banderas, símbolos de izquierda y libros. La cúpula del partido se fugó del
país y sus bases fueron víctimas de ataques; aunque los dirigentes ya
regresaron, parte de los militantes, desmoralizados y desilusionados, siguen
abandonando el partido.
VOLODYMYR
CHEMERIS
Desde
el principio del Maidán, el Partido Comunista de Ucrania apoyó al gobierno
Yanukovich-Azarov… y en general ellos, con sus votos en el parlamento siempre
apoyaron al gobernante Partido de las Regiones, que representaba los intereses
del gran capital en el oriente de Ucrania. Solo muy de vez en cuando votaban
contra algunas de las más siniestras iniciativas de mercado del gobierno, como
la reforma del sistema de pensiones o la del código laboral. Debido a esta postura, el
partido comunista obtuvo varios “premios” del poder, tales como cargos para
varios altos funcionarios y el apoyo a sus negocios, por ejemplo para la
familia Kaletnikov. Muchos dejaron de considerar al partido comunista un
partido de izquierda …
Luego
de la caída del gobierno de Yanukovich, muchas oficinas del partido fueron
tomadas, la ultraderecha empezó a exigir su prohibición y se inició un éxodo
masivo de sus militantes de base. Sin embargo, el partido conservó su
influencia en las regiones orientales y ahora apoya activamente el Anti-Maidán.
No cabe duda de que tendrán una participación en el nuevo parlamento gracias a
los votos del oriente.
Según todo parece indicar, el partido comunista, al igual que el
Partido de las Regiones serán integrados al sistema político post-Maidán ya que
el nuevo gobierno de Kiev necesita de la colaboración del Partido de las
Regiones (ahora totalmente controlado por el oligarca de Donetsk Akhmetov) y
del partido comunista; sin ellos el actual gobierno no podría pacificar al
oriente ni reunir la cantidad de votos necesaria en el parlamento.
¿Qué
pasó en Crimea?
ANDRIY
MANCHUK
Durante
los 23 años de independencia de Ucrania, los habitantes de Crimea no recibieron
de parte de Kiev nada aparte de su política antisocial combinada con retórica
nacionalista. Incluso varios representantes de la intelectualidad de Kiev, como
los escritores Andrukhovich y Shkliar, llamaban abiertamente a devolver Crimea
a Rusia, por ser una región “insuficientemente ucraniana”.
Inmediatamente
después de los hechos sangrientos en Kiev, en el centro de la capital de
Crimea, Simferopol, hubo choques entre nacionalistas prorrusos y proucranianos,
los que causaron como mínimo dos víctimas; esto causó un fuerte impacto en la
población. Después de eso, los habitantes de la península temieron represalias
de la ultraderecha de Kiev, que mostraba sus armas y prometía mandar a Crimea
“trenes de amistad”. Putin aprovechó hábilmente esta situación para tomar la
península bajo su control. En realidad, una parte de la verdad fue que en
Crimea hubo una ocupación armada rusa; la otra parte fue que la gran mayoría de
la población la apoyó pasivamente con la esperanza de que las autoridades de
Putin garantizaran el orden y subieran su nivel de vida. Durante todo el tiempo
en que las autoridades ucranianas gobernaron la Crimea heredada de la URSS, no
hicieron nada para conquistar una mínima simpatía en sus habitantes; por el contrario,
todas las acciones de Kiev parecían destinadas a empujarlos a los brazos de
Rusia. Con todo esto, muchos crimeos no es que tengan tantas ilusiones respecto
a la “estabilidad” de Putin, pero, en comparación con el régimen de Kiev,
parece preferible.
Los
acontecimientos en Kiev llegaron a ser una catástrofe para la izquierda
ucraniana, ya que el gobierno actual presenta todos los problemas como el
resultado de provocaciones de enemigos internos y externos, acusando de ser
agentes prorrusos a todos los adversarios de su régimen.
VOLODYMYR
CHEMERIS
Los
acontecimientos en Crimea se parecen mucho a los del oriente, con la diferencia
de que los ánimos prorrusos en Crimea han sido mucho más fuertes que en
Donetsk. La tendencia prorrusa en Crimea ha existido desde hace décadas, pero
antes del triunfo del Maidán solo se expresaba en el ámbito de lo cotidiano.
Cuando los ultraderechistas empezaron a destruir los monumentos de Lenin cerca
de Kerch (una ciudad vecina a Crimea) y los crimeos se asustaron al ver gente
armada en el Maidán de Kiev, apoyaron entusiastamente a los “hombrecitos
verdes” que tomaron el edificio del parlamento de Crimea en Simferopol. (La expresión “hombrecitos verdes” ha sido
utilizada popularmente para denominar a los militares rusos en Crimea, vestidos
con uniformes sin distintivos. Nota del traductor).
Les
daba lo mismo si eran soldados rusos o “autodefensas”. Sin duda, la mayoría de
los crimeos, entre los cuales predominan los rusos étnicos, votaron en el
“referendum” por la unificación con Rusia. Pero hay otra cosa importante: la
población nativa de Crimea, los tártaros, boicoteó este referendum. Ellos
habían sido expulsados de su patria por el régimen de Stalin, sus casas fueron
ocupadas por los migrantes que venían de Rusia y sólo pudieron regresar luego
de la desarticulación de la URSS. Actualmente son 300.000, entre dos millones
de crimeos. Es decir, son una minoría. Existe el derecho de las naciones a la
autodeterminación, reconocido por la comunidad internacional, el que fue invocado
por los pueblos de Abjasia y de Osetia. Pero no existe el derecho de la
autodeterminación de los territorios y no existe una nación “crimea” o “de
Pridniestrovia” (Transnistria), que pudieran “autodeterminarse”. El derecho de
autodeterminación en Crimea le compete solo a su pueblo autóctono, los
tártaros, que en su enorme mayoría insisten que Crimea es parte de Ucrania.
¿Qué
pasa hoy en el sudeste del país?
ANDRIY
MANCHUK
Lo
que pasa es que comenzaron a haber protestas masivas de gente descontenta por la
política del nuevo régimen de Kiev, con sus medidas antisociales y escandaloso
nacionalismo, con una manifiesta enemistad hacia los habitantes de esta región
rusoparlante. La caída del Partido de las Regiones, que antes bloqueaba
cualquier activismo político, también ayudó a ese proceso. La compositiva de
los participantes de las protestas es muy diverso: hay activistas de izquierda
y prorrusos que están en permanente conflicto unos con otros y existen también
muchos ciudadanos auto organizados que no pertenecen a ningún grupo político
pero salen a la calle por su desacuerdo con quienes gobiernan ahora el país.
Sobre esta autoorganización están hablando ahora todos los observadores
objetivos, ya que derriba los mitos clasistas sobre la “chusma oriental pasiva”
que predominan entre los partidarios del Maidán de Kiev. Se crearon milicias armadas, en su
mayor parte, militares en retiro y veteranos de Afganistán. Rusia sin duda
apoya este movimiento pero las afirmaciones de que este fue creado por agentes
rusos y que son los líderes de los manifestantes, eso sin duda no es verdad.
Los
nuevos gobernantes del país, mandaron tropas contra el pueblo de la región
oriental, pero los habitantes de Khramatorsk desarmaron a los soldados de la
brigada de élite de paracaidistas y hasta tomaron parte de sus equipos. Simples
campesinos, literalmente “cazaban” a los tanques en sus viejos autos y
cuadriciclos, nada similar ocurría desde los tiempos de Makhno (Néstor Makhno, revolucionario anarquista
ucraniano, héroe de la guerra civil de principios del siglo pasado. Nota del
traductor).Los soldados se negaron a disparar al pueblo para defender a
sus jefes y a los políticos que los habían enviado. En la región ocurren
choques esporádicos entre los paramilitares llegados desde Kiev y las
autodefensas locales.
La
liberación de todos los presos políticos, la federalización con amplios
derechos de autogestión local y el status oficial para la lengua rusa
permitirían resolver la crisis. Sin embargo, las autoridades de Kiev no están
dispuestas a aceptarlo y apuestan por la fuerza, lo que de hecho ya llevó al
país a una situación casi de guerra civil.
¿Qué
intereses representa el gobierno de Ucrania?
ANDRIY
MANCHUK
Hasta
sus partidarios, del diario Ukrainska Pravda, lo llaman “gobierno de
oligarcas”: “Es notorio que hasta
ahora el gabinete de ministros no ha preparado ni una sola iniciativa que
obligue a pagar a los oligarcas, aunque el poder tiene la posibilidad de
aumentar los ingresos del presupuesto sin aumentar la carga fiscal de la gente
común. Por ejemplo, Ucrania tiene las rentas más bajas (aquí esto se llama
pago) por el uso de subsuelo para la extracción de minerales. Son varias veces
más bajas que en Rusia, sin hablar de Europa. Pero el aumento del pago por el
uso del subsuelo es una carga fiscal para los oligarcas y eso sería inaceptable
para el poder. Los proyectos de Leyes antipopulares propuestos son una clara
respuesta a la pregunta sobre quienes ganaron en Ucrania como resultado de la
revolución. Si el gobierno anterior fue “familiar”, entonces el actual merece
el título de “oligárquico”.
Luego
de tomar el poder, las nuevas autoridades entregaron las regiones del sudeste a
los oligarcas Kolomoisky y Taruta, nombrándolos gobernadores. Aparte de esto,
el gobierno actualmente asegura su apoyo corrupto a las estructuras comerciales
de Kolomoisky a quien abiertamente denominan “el principal aventajado del
Maidán de Kiev”. A cambio de eso, el oligarca reprimió con violencia las
manifestaciones de oposición en Dniepropetrovsk, armando grupos de
paramilitares de derecha. El nuevo gobierno representa por supuesto también los
intereses de sus protectores extranjeros, de quienes depende por completo.
VOLODYMYR
CHEMERIS
Este
régimen no es más que un algo remozado “gobierno naranja” del período 2005-2010
(se refiere a la “Revolución Naranja”
que en 2005 inhabilitó un fraudulento triunfo electoral del prorruso Yanukovich
y llevó al poder al candidato prooccidental Victor Yushenko, ambos de derecha.
Nota del traductor). Igual que sus antecesores, este gobierno trabaja en
función de los intereses del gran capital y los oligarcas, que a fines del 2013
se unieron contra la familia Yanukovich y ahora pretenden controlar toda la
vida económica y política en Ucrania. En marzo, el principal beneficiario de
los cambios parecía ser el oligarca Dmitri Firtash, pero su repentino arresto
en Viena por exigencia de EEUU, abrió el camino a Igor Kolomoisky, que ahora
controla los principales ministerios e hizo una alianza estratégica con el más
probable triunfador de las elecciones presidenciales del 25 de mayo, el
oligarca Petro Poroshenko.
¿Cual
es la política de Putin respecto a Ucrania?
ANDRIY
MANCHUK
Al
igual que el gobierno de Kiev, Putin utiliza la guerra para unir mediante
propaganda patriótica a la sociedad rusa y para desacreditar a la oposición
como “quinta columna” del enemigo extranjero. En Moscú están esperando ver
hasta que punto se va a desestabilizar Ucrania, debido a la crisis social y
económica en la que se hunde vertiginosamente y se preparan para la futura
lucha política con la Unión Europea y EEUU que son quienes ahora dictan la
política exterior de Kiev. Es decir, se trata de una lucha imperialista por el
control de Ucrania.
VOLODYMYR
CHEMERIS
Creo
que Putin se imaginó a sí mismo como el “reunificador de las tierras rusas” o
tal vez como una reencarnación del emperador Pedro el Grande. No creo que ahora
se trate de la anexión de Ucrania a Rusia, más bien, el plan de Putin consiste
en convertir a Ucrania en un estado estructurado como una confederación,
controlado por Rusia.
¿Cual
es el rol que en la crisis han tenido los países de la OTAN?
ANDRIY
MANCHUK
Las
autoridades ucranianas declararon abiertamente su intención de ingresar a la
OTAN, aun cuando esta idea nunca ha tenido apoyo en la población del país. La
misma OTAN hasta el momento se ha limitado a proporcionar ayuda técnico-militar
y a hacer declaraciones en contra de la intervención rusa, lo que es a todas
luces una hipocresía por parte de quienes siempre han organizado invasiones y guerras
en todo el planeta.
VOLODYMYR
CHEMERIS
Es
mínimo. En algún momento EEUU y otros miembros de la OTAN, protegieron con sus
fuerzas a Koweit y Bosnia, estados no miembros. Pero ahora no se hay un grado
similar de involucramiento para proteger a Ucrania de la agresión rusa. Los
países occidentales solo expresan “una profunda preocupación” y aplican
sanciones económicas irrelevantes a Rusia. Es evidente que la OTAN tiene miedo
de desatar una tercera guerra mundial.
Un
gran problema para Ucrania es que debido a esta expansión rusa, cada vez hay
más gente aquí que insiste en el ingreso del país al bloque militar de la OTAN,
sin pensar en las múltiples consecuencias negativas que ello tendría.
¿Que
opina del apoyo de una parte de los gobiernos progresistas de América Latina a
la postura de Rusia respecto a Ucrania?
ANDRIY
MANCHUK
Estuve
en América Latina y se que muchos ahí todavía ven en la Rusia capitalista una
heredera de la URSS, considerando a Putin un estadista progresista y adversario
de Washington. En esto también hay razones prácticas: Putin mantiene una
colaboración militar y económica con los gobiernos latinoamericanos que se
oponen al gobierno de EEUU. Considerando el abierto apoyo al Maidán por parte
de EEUU, cuyo imperialismo es conocido muy de cerca por los latinoamericanos,
sería difícil esperar de Correa o de Maduro un apoyo al gobierno que surgió de
este proceso. Además muchos activistas del Maidán apoyan directamente a la
oposición venezolana y la lucha contra lo que llaman “la tiranía chavista”.
Como observó irónicamente nuestro compañero el sociólogo ucraniano Vladimir
Ischenko, hasta los anarquistas ucranianos critican a Maduro con más fuerza que
a los propios ministros de derecha de Kiev.
VOLODYMYR
CHEMERIS
Podemos
entenderlo. Tal como para Ucrania el agresor es Rusia, para Venezuela y Ecuador
es EEUU. Si en nuestro país se cuenta con la ayuda de EEUU contra Rusia, en
América Latina se cuenta con la ayuda de Rusia contra EEUU.
¿Cual
es el rol que está teniendo la prensa que cubre los acontecimientos en Ucrania?
ANDRIY
MANCHUK
Los
principales medios ucranianos, inicialmente, apoyaron muy decididamente a los
manifestantes del Maidán. Este apoyo fue absolutamente acrítico, problemas como
la hegemonía de la ultraderecha y la violencia que ejercía se callaban mientras
los adversarios al Maidán eran satanizados. Se creó así una imagen idealizada
del Maidán para consumo de los medios internacionales; la prensa liberal
ucraniana se convirtió en su vocera y propagandista, mostrando tan poca objetividad
como la que tienen los programas de la televisión oficial rusa sobre Ucrania.
Son justamente los medios los que están alimentando en la sociedad una histeria
chauvinista y un racismo social respecto a los habitantes del sudeste. No hay
ningún equilibrio en la postura de los medios de comunicación; aun más, la
censura y la autocensura crecen, mientras los partidarios del nuevo gobierno
persiguen a los periodistas críticos, llamando a quitarles el derecho a ejercer
la profesión y arrestarlos por traidores. Algunos de los periodistas disidentes
ya han sido agredidos físicamente y detenidos, al tiempo que los defensores de
los derechos humanos que en los tiempos de Yanukovich llamaban a defender los
derechos de la prensa hoy miran hacia otro lado. Los “doble estándares”
respecto a los “nuestros” y los “ajenos” se convirtieron en el principal
paradigma de los medios de comunicación ucranianos.
VOLODYMYR
CHEMERIS
En
los dos lados hay una guerra informativa. En Rusia, los medios de comunicación
obedecen órdenes del gobierno; lo mismo ocurre en Ucrania, donde los medios de
comunicación en su mayor parte cumplen órdenes de sus dueños oligarcas. Una
información objetiva u opinión diferente no se ve en ninguno de los dos países.
Por una parte escuchamos que los fascistas tomaron el poder en Kiev y golpean a
todos los rusos y por la otra, que los separatistas borrachos están
aterrorizando al oriente. Ambas cosas son mentiras.
¿Cuales
son las posibles variantes del desarrollo de los acontecimientos y sus
respectivos riesgos?
ANDRIY
MANCHUK
Según
nuestros pronósticos, durante el año en curso al país le espera un colapso
económico y social generalizado: las autoridades ya no tienen como sostener el
presupuesto y los pagos respectivos; las condiciones del crédito del FMI generarán
un crecimiento catastrófico de las tarifas del gas, la energía eléctrica y
significarán el fin de los beneficios sociales para los grupos vulnerables;
todo esto junto con inflación, retraso de sueldos y un crecimiento generalizado
de los precios de la bencina y los productos de primera necesidad. Sin duda
esto puede derivar a una explosión social de gran envergadura, multiplicada por
las protestas civiles en la región sudeste. El régimen tratará de reprimirlas
con fuerza usando los grupos paramilitares de derecha legalizados como Guardia
Nacional, pero no tendrá la suficiente fuerza para acabar con un movimiento de
protesta que será realmente masivo. Justamente eso le proporcionará una
oportunidad a la izquierda ucraniana, a condición de que esta izquierda logre
organizarse y ganar prestigio dentro del movimiento de resistencia.
VOLODYMYR
CHEMERIS
Actualmente
hacer pronósticos es igual que adivinar mirando la borra de una taza de café. A
corto plazo, mucho dependerá de cómo se celebre el 9 de mayo, día en el que en
los países de la ex URSS se celebra el “Día de la Victoria” sobre la Alemania
fascista. Ese día se puede esperar movilizaciones masivas en el oriente, toma
de edificios administrativos y hasta nuevos actos terroristas. ¿Qué obtendremos
como resultado? ¿Una invasión rusa? ¿la caída del gobierno de Kiev? ¿Una
declaración de “estado de sitio” que tenga como consecuencia la anulación de
las elecciones del 25 de mayo? O a pesar de todo, el gobierno resistirá, Putin
no intervendrá y las elecciones se realizarán de todas maneras? Es posible
cualquier escenario.
¿Hay
alguna solución para la situación actual?
ANDRIY
MANCHUK
El
país, al igual que antes e incluso más que antes, necesita de una fuerza
política influyente de izquierda, que pueda contraponerse al nuevo régimen y
también a los nacionalistas prorrusos y partidarios de Yanukovich. Mientras una
fuerza así no exista, la protesta popular una y otra vez será instrumentalizada
por los anteriores o los actuales dueños del país en sus luchas por el control
de Ucrania. Para eso, los militantes de izquierda y los verdaderos demócratas,
a pesar de sus posturas personales respecto al Maidán, deberían unirse y
trabajar juntos.
VOLODYMYR
CHEMERIS
Ucrania
fue y sigue siendo un país controlado por los oligarcas. Fue justamente contra
ellos que se reveló el occidente (Maidán) y el oriente (Anti-Maidán). Una
solución de fuerza (occidente vence al oriente o al revés) no es posible. Lo
único que puede unir el oriente con el occidente es una agenda social o parafraseando
a los clásicos “la eliminación de la oligarquía como clase”. Pero es evidente
que el actual gobierno de Ucrania no va a hacerlo, sólo por su origen social.
Esto podrán hacerlo solo las fuerzas “de abajo”, del occidente y el oriente
unidas. Pero todavía no veo que puedan unirse, al menos por ahora. Tengo la
impresión de que a personas iguales alguien les puso en las manos diferentes
banderas y les dijo: peleen. Esta guerra civil ya ha llegado tan lejos que para
enterrar el hacha de guerra se necesitará mucho tiempo.
¿Cómo
pueden ayudar los pueblos de otros países al pueblo de Ucrania?
ANDRIY
MANCHUK
En
estos días sentimos un gran apoyo internacional, el que es muy importante para
la izquierda ucraniana. Sin duda ahora lo más importante es ayudar a los
pueblos de nuestros países a aclarar mejor qué es lo que ocurre en nuestro país
y a obtener una información objetiva sobre estos acontecimientos, no
tergiversada por los “espejos curvos” de los medios oficiales. La experiencia
tanto positiva como negativa de las protestas en Ucrania es muy importante ya
que mañana todo esto puede repetirse en otras regiones del planeta, incluyendo
a América Latina.
VOLODYMYR
CHEMERIS
Una
vez el Subcomandante Marcos le contestó a los europeos que llagaron a Chiapas a
ayudar a los zapatistas, más o menos lo siguiente: la única manera de ayudarnos
es si ustedes, cuando vuelvan a sus países, hacen allí una revolución.
¿Qué
diría a los familiares de los caídos en el Maidán?
ANDRIY
MANCHUK
Conozco
a algunos de ellos. Hubo un colega y conocido mío. También escuché a los
familiares de uno de los que en marzo fue acribillado por la ultraderecha en el
centro de Kharkov. Creo que los que perdieron a sus seres queridos no necesitan
de nuestras palabras solemnes ni menos de especulaciones políticas
sinvergüenzas en su nombre. Hay que tomar conciencia de esta tragedia sacando
conclusiones y parando la escalada de violencia a fin de frenar la guerra civil
que de hecho ya ha está por comenzar en Ucrania.
VOLODYMYR
CHEMERIS
No
hay nada que decirles, las palabras no ayudarán a nadie. El 18 de enero, cuando
empezaron los choques en la calle Grushievsky yo traté de detenerlos. Por
supuesto, no me resultó. Pensé y sigo pensando que la violencia no tenía
ninguna justificación. Pero me encontré con muchos conocidos, de los tiempos de
“Ucrania sin Kuchma” y entonces entendí que los que lanzaban los cocteles
Molotov a la policía no eran “provocadores”. Actuaban desde una profunda
desesperación y en ese momento realmente creían que actuaban correctamente. Ahí
se inició una espiral de violencia, desconocida en Ucrania hasta ese momento,
la que ha causado víctimas tanto entre los manifestantes como entre las fuerzas
del orden.
Ahora
muchos participantes del Maidán se hacen la pregunta sobre qué fue lo que
cambió en Ucrania después del Maidán: murieron 100 personas; se perdió Crimea;
no se sabe lo que pasará con el oriente; el sistema no cambió; al poder
volvieron los “naranjos”; los oligarcas se sienten con plena libertad; aumentan
los precios y las tarifas de servicios comunitarios y de transporte; se reducen
los programas sociales… ¿Para qué fue el Maidán? ¿Para qué murió la gente?
No
tengo nada que decir a los familiares de los muertos, pero quisiera que estas
muertes no fueran en vano. Y este “no-en-vano” será posible solo cuando en
Ucrania triunfe una revolución social.
Oleg
Yasinsky
@OlegYasinsky
yasinsky.oleg@gmail.com
Fuente:
http://www.pressenza.com/es/2014/05/ucrania-dos-miradas-desde-abajo-y-la-izquierda/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+pressenza%2FEYhc+%28Noticias+de+Pressenza+IPA+en+espa%C3%B1ol%29
•
“La guerra en Ucrania es la última aportación del ‘Imperio del Caos’ a la crisis”
Berlín
Mayo 7, 2014
Entrevista al periodista Rafael Poch,
analista internacional.
Por Enric Llopis para Rebelion.org
Estados Unidos-Unión Europea y Rusia se
amenazan con una política de sanciones económicas. ¿Es el anticipo de una nueva
“guerra fría” o son demasiados los intereses económicos cruzados?
Primero una puntualización: Estados
Unidos, la Unión Europea y Rusia no “se amenazan”. Son los dos primeros los que
amenazan e imponen sanciones a Rusia, que promete responder si sobrepasan
cierto límite. En este conflicto es importante comprender quién tiene la
iniciativa. Todo esto no empezó con la anexión rusa de Crimea tras un
referéndum apoyado por la inmensa mayoría de la población. En segundo lugar: el
hegemonismo de Estados Unidos, es decir la doctrina de que todo el planeta es
su zona de influencia, hace que la defensa de los intereses rusos en la misma
frontera inmediata de Rusia, en lo que históricamente es su propia tierra, sea
visto como desafío. Respecto a la interrelación económica: La historia sugiere
que la tupida red de intereses económicos y financieros interrelacionados nunca
impidió la guerra. Esa red ya se mencionaba para descartar como quimera el
estallido de una guerra en Europa en el verano de 1913, así que hay que estar
extremadamente alerta en estas situaciones que empiezan como bravuconadas…
“En
lo que respecta a la guerra fría, la simple realidad es que nunca terminó”
En lo que respecta a la guerra fría, la
simple realidad es que nunca terminó. En la tensión bipolar, el “comunismo”
solo era el envoltorio ideológico-justificativo de la lucha contra todos
aquellos países que afirmaban una conducta autónoma en el mundo, independiente
o no alineada con el bloque occidental, es decir la tríada formada por Estados
Unidos, las potencias europeas y Japón. Por eso, esa presión ha continuado
después de la caída del comunismo. Hoy los escenarios de una gran guerra pueden
vislumbrarse en la tensión entre diversos “imperios” y poderes emergentes;
Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, por un lado, y China, Rusia, y otros
Brics, en diversas combinaciones. El motivo es el de siempre, la lucha por los
recursos escasos y menguantes, el desarrollo desigual, el hegemonismo y el
imperialismo, es decir el dominio de unas naciones o grupos de naciones sobre
otras. No quiero decir que la guerra sea inevitable. Simplemente se constata
que históricamente ha sido el desenlace de muchas crisis y competencias como las
ahora vividas por esta orquesta de “imperios combatientes” bajo la batuta del
Imperio del Caos occidental, que es el más responsable del atolladero hacia el
que se dirige la humanidad.
-¿Qué bloque consideras que es el que dispone
de mayor potencial o, dicho de otro modo, es menos dependiente a la hora de
entablar un conflicto?
Por más que comprenda el desagrado y la
antipatía que los regímenes de países como Rusia o China puedan provocar en el
público, tengo muy pocas dudas acerca de que la política exterior de esos dos
países es mucho menos agresiva y mucho más cooperativa y razonable que la del
Imperio del Caos. Salvo raras situaciones (la agresión China a Vietnam, y hasta
cierto punto –por sus considerables atenuantes– la aventura soviética en Afganistán),
en Pekín y Moscú predomina una actitud mucho más defensiva que ofensiva: solo
atacarían si se les acorrala o invade. Mucho de esa actitud tiene que ver con
la intensa experiencia de agresiones bélicas vividas por ambos países. Todo eso
es completamente diferente en la tradición europea que Estados Unidos prosiguió
con gran energía hasta nuestros días. Hay que decir que en la guerra fría, ni
las bombas A y H, ni el bombardero o submarino estratégico (es decir capaz de
portarlas y lanzarlas a miles de kilómetros), ni el misil intercontinental, ni
la multiplicidad de cabezas nucleares en un misil, ni la doctrina del primer
golpe, ni la militarización del espacio, ni tantas otras cosas, fueron
iniciativa de la URSS. Moscú siempre llegó a todas esas locuras como respuesta
a la tecnología de su adversario. Ahora pasa lo mismo con el avión invisible o
con los drones… En el caso de China este aspecto es aún más evidente y merece
una explicación específica.
China tiene casi el mismo arsenal nuclear
que tenía en los años ochenta (equivalente al potencial del Reino Unido y sin
gran preocupación por su modernización) y es el único país que mantiene una
promesa en su doctrina de no usar nunca esas armas si no es atacada. Más allá
de la leyenda que venden los medios de comunicación, la respuesta china al
creciente cerco militar del que está siendo objeto es claramente defensiva:
anular los satélites del adversario para cegar su armada.
En enero de 2007 asistí a un evento
extraordinario: China destruyó uno de sus propios satélites de comunicaciones
con un misil. La explosión incrementó en un 10% el tráfico de fragmentos
acumulados en el espacio. Casi sesenta años de exploración espacial han creado
una enorme presencia de cacharrería en el espacio. Por el peligro que esa
basura espacial representa para la navegación orbital (a la extraordinaria
velocidad que circula, el más pequeño fragmento se convierte en un arma
cinética capaz de atravesar el material más duro al impactar) en Estados Unidos
hay un instituto exclusivamente dedicado a su seguimiento. Con aquella
explosión, que tuvo una interpretación muy confusa, China lanzó el meridiano
mensaje de que puede anular la potencia de fuego de Estados Unidos, cuyo talón
de Aquiles es su dependencia en la tecnología, concentrándose en anular
recursos informáticos y espaciales. Sin recursos orbitales de posicionamiento
global (gps) no hay bombas inteligentes, la gran armada imperial quedaría
cegada y necesitaría exponerse a riesgos, complicando el habitual escenario de
guerras sin riesgo para el agresor…
Es verdad que China depende cada vez más
de materias primas y recursos lejanos, pero el hecho es que al día de hoy su
ejército no es adecuado para aventuras exteriores ni está orientado para ello.
Y el ejército chino está claramente subordinado a la esfera política, cosa
mucho más discutible si hablamos del complejo militar-industrial y de lo que el
Pentágono representa en el sistema de EE.UU.
Lo que estamos viendo ahora en el Mar de
China, en la disputa territorial con Japón, etc., se parece mucho a lo que
ocurre en Ucrania: tanto Rusia como China están diciendo que no piensan
conformarse a ser avasallados en sus fronteras más inmediatas, con la expansión
de la OTAN en un caso y el aumento de la presencia militar americana y japonesa
en sus barbas en el otro, en ambos casos con despliegue de un cinturón de
misiles (el llamado “escudo”) cuya naturaleza es claramente ofensiva porque
está destinado a anular recursos estratégicos. Estas “líneas rojas” no son
“expansionismo”, como afirma la propaganda, sino reacciones a una presión
militar en aumento. Esta es la dialéctica de “imperios combatientes” en la que
nos estamos metiendo. Una vez más: hay que comprender de donde parte la
iniciativa para estos conflictos.
–La configuración de un eje Rusia-China, bien
definido, opuesto al bloque Estados Unidos-UE, ¿es todavía una ilusión
geopolítica por la mezcla de intereses o puede convertirse en realidad?
La crisis de Ucrania ofrece una buena
atalaya para responder a esto. Desde Estados Unidos y desde la Unión Europea se
habla ahora mucho de castigar a Rusia en el ámbito energético. Moscú genera el
grueso de su ingreso nacional exportando gas y petróleo. Alemania depende en un
30% de su suministro del gas ruso y otros países europeos aún más, así que
cortemos esa dependencia para asfixiar a Rusia, se dice. Espoleada por la
histeria polaca y la geopolítica americana –ambas estrechamente coordinadas– en
Bruselas esta tesis se ha ido abriendo paso. El problema es que el resultado
obliga a Moscú a profundizar sus intercambios energéticos con Asia, lanzando
nuevas ofertas a China, Japón y Corea del Sur. La relación de Rusia y China es
complicada y contiene mucha desconfianza por ambas partes, pero la
complementaridad es obvia: por un lado a Rusia la echan de Europa, por el otro
China constata los problemas de su suministro energético por rutas marítimas
controladas por la armada del imperio adversario. Un suministro terrestre y
estable desde Rusia está cargado de sentido tanto para Moscú como para Pekín. Sin
embargo, en buena lógica Rusia prefiere abrir y diversificar su oferta de
energía hacia todo el Oriente, incluyendo a Corea del Sur y Japón. Pero estos
dos países son aliados de Estados Unidos y Washington los presiona para no
desarrollar ese vector. El problema es que con ello Washington contribuye a
forjar una fuerte relación energética de Rusia exclusivamente con China, lo que
significa cimentar un bloque… Estas son tendencias muy contradictorias que hay
que observar.
“China
tiene casi el mismo arsenal nuclear que tenía en los años ochenta y es el único
país que mantiene una promesa en su doctrina de no usar nunca esas armas si no
es atacada”
China nunca ha querido suscribir la
lógica de los bloques y Rusia sale de la agotadora experiencia histórica del
mundo bipolar en la que sacrificó el bienestar y desarrollo social de su
población al mantenimiento del pulso militar con un adversario mucho más
poderoso y agresivo que ella. Pero la lógica de poder y dominio del Imperio del
Caos empuja hacia este tipo de irracionalidades. Sería mucho mejor que se
abriera paso un orden internacional basado en el consenso multipolar –arbitrado
por una ONU reformada y más representativa de la correlación de fuerzas global–
enfocado a la resolución de los retos del siglo (calentamiento global,
recursos, sobrepoblación, desigualdad…), pero por desgracia la humanidad
persevera en su prehistoria y la estupidez de la formación de nuevos bloques
enfrentados es lo que se está abriendo paso.
–En algún artículo has recogido la acuñación
“kaganato”, del analista Pepe Escobar. ¿Podrías resumir su sentido y decir si
la compartes como categoría de análisis?
Me gustó ese concepto que Pepe Escobar
utilizó como simple recurso periodístico para Ucrania por varias razones. La
vicesecretaria de Estado norteamericana Victora Nuland que se ocupa de la
política para Europa del Este –la del célebre “Fuck the EU”– está casada con
Robert Kagan, un famoso “estratega” neocon de la quimérica administración Bush.
Esa señora diseñó el fiasco ucraniano desde el mismo recetario ideológico de su
marido. El resultado fue la gran cagada. Por eso lo del “kaganato” me gusta
también por razones fonéticas. Últimamente la política exterior de Estados
Unidos va de una cagada criminal a otra –¿cómo definir la intervención en
Afganistán o lo de Irak, y lo de Libia y lo de Siria…?– así que lo de Kiev, el
kaganato de Kiev, llevar al poder a un gobierno que rompe el equilibrio y el
consenso tradicional de Ucrania y provoca el inicio de una guerra civil para
integrar el país en la OTAN, es el último capítulo de una larga serie. Suena
hasta gracioso, pero es muy dramático: el siglo XXI, simplemente, no puede con
tanta irresponsabilidad.
Respecto a la intervención liderada por Putin
en Crimea y el rol desempeñado en el conflicto ucraniano, ¿ha servido para
legitimar su figura política ante la población rusa? ¿Observas elementos de
proyección exterior para resolver conflictos internos en Rusia?
Toda política exterior tiene
repercusiones interiores, en la imagen de firmeza y éxito de sus líderes, etc.,
ese aspecto existe en el caso que nos ocupa, pero no en la forma en que se
sugiere en Occidente: Putin buscando laureles guerreros para consolidarse.
Formulemos la pregunta a la inversa: ¿Qué habría pasado si Putin no hubiera hecho
nada? Media Ucrania, incluidos diez millones de rusos y otros muchos millones
de ucranianos que no ven a Rusia como adversario, es decir la mayoría del país,
habría quedado metida en un régimen sometido a toda una serie de opciones
ajenas, desde el ingreso en la OTAN (rechazado por la mayoría de los ucranianos
en todas las encuestas de los últimos veinte años), hasta la terapia de choque
neoliberal y las recetas económicas europeas a la medida de las grandes
empresas occidentales. En algunos años, las bases de la flota rusa en Crimea
habrían pasado a ser ocupadas por Estados Unidos, sobre eso hay pocas dudas. En
ese contexto ¿cómo habría quedado Putin? Para cualquiera que sepa un poco de
historia rusa el resultado es obvio: Putin habría sido el tercer factor del
retroceso ruso. La diferencia es que si con Gorbachov se perdió una zona,
digamos, “imperial exterior”, lo que no estuvo mal porque el imperio corrompe
al imperialista, y con Yeltsin una buena parte del “imperio interior”, lo que
con una buena administración tampoco tenía por qué ser tan negativo como fue,
este retroceso habría sido en tierra ancestral rusa: toda Rusia y media Ucrania
lo habría vivido como una catástrofe nacional. Así que en Ucrania Putin se
juega su supervivencia. Pero todo esto –y este es el punto fundamental– no lo
ha desencadenado Putin ni Rusia, como sugieren nuestros periódicos y nuestros
expertos (hay que ver siempre quién paga los “centros de estudios estratégicos”
donde trabajan tales expertos), sino que ha sido el último movimiento de un
proceso de 20 años arrinconando a Rusia, prosiguiendo la guerra fría tras su
final e ignorando los intereses más básicos de Moscú. En lugar de respetar el
espíritu del documento que puso punto final a la confrontación Este/Oeste, la
Carta de París para una Nueva Europa de noviembre de 1990, la OTAN, un bloque
militar contra Rusia, continuó con más de lo mismo. Aquel documento, así como
los “pactos entre caballeros” que Gorbachov alcanzó en el contexto de la
reunificación alemana, prometían una “seguridad continental integrada” en la
que la seguridad de unos países no se realizaría a costa de la seguridad de
otros. En lugar de eso hemos tenido expansión de la OTAN hacia el Este, el
favorecimiento de la implosión –en lugar de la conciliación– de Yugoslavia, el
único espacio no alineado que quedaba en Europa tras el fin de la guerra fría,
el escudo antimisiles, la retirada del acuerdo antimisiles (ABM), la quimera
del escudo antimisiles, la integración en la OTAN de las ex repúblicas
soviéticas y al final el asunto del kaganato de Kiev. Después de veinte años
metiéndole el dedo en el ojo, el oso ruso ha dado un zarpazo y todo le acusan
de “imperial”. Solo los necios ajenos a las realidades de veinte años de
política antirrusa en Europa pueden sorprenderse de esa reacción.
–Analistas europeos y estadounidenses hablan a
menudo de las ambiciones euroasiáticas de Putin. ¿Son acusaciones
propagandísticas? ¿A qué se refieren?
“Putin
quiere integrar económica y políticamente su entorno inmediato. El sentido de
la operación es muy claro: crear un mercado de más de 200 millones capaz de
figurar en el mundo de una forma independiente”.
Putin quiere integrar económica y
políticamente su entorno inmediato. El sentido de la operación es muy claro:
crear un mercado de más de 200 millones capaz de figurar en el mundo de una
forma independiente. El problema de esta integración es el poco atractivo
social y popular que tiene el régimen de capitalismo oligárquico ruso (versión
local de lo que tenemos en Europa, pero más bruto). Con su actual régimen Rusia
no es atractiva para las poblaciones de su entorno. Ese es su gran talón de
Aquiles porque condena a que la integración sea una operación de elites sin
verdadero gancho popular. Tal como están poniéndose las cosas la situación de
la Unión Europea, cada vez más autoritaria y antisocial, va por el mismo
camino… En cualquier caso, el calificativo “ambición”, es exactamente igual de
aplicable a la Unión Europea. Ahí está esa nueva Alemania que levanta cabeza a
la par con las ínfulas neoimperiales de la UE y que está desmontando pieza por
pieza el muy sentido y más que razonable antibelicismo de la sociedad alemana…
–¿Qué rol desempeñan actualmente la extrema
derecha y el nazismo en Ucrania? ¿Puede decirse, sin temor a simplificaciones,
que han sido directamente apoyados, incluso financiados por Estados Unidos y la
Unión Europea?
Los grupos de extrema derecha fueron la
fuerza de choque del movimiento popular civil que arrancó en el Maidán de Kíev
con apoyo occidental. Esos grupos formaron el grueso de la fuerza paramilitar
que primero complicó e impidió que la protesta fuera disuelta por los
antidisturbios y luego hizo posible el cambio de régimen auspiciado por Estados
Unidos y la UE, derrocando a un presidente electo, corrupto y desprestigiado, y
colocando en su lugar a otro gobierno oligárquico, prooccidental y con gran
influencia de la extrema derecha. Por lo menos una quincena del centenar de
muertos registrados en Kiev en enero y febrero fueron policías, algunos de
ellos a manos de elementos armados de extrema derecha.
El nacionalismo de extrema derecha de
esos grupos con una considerable tradición y base social en Ucrania Occidental,
en la región de Galitzia, pero muy rechazados en el resto del país siempre fue,
históricamente, apoyado por Occidente. Desde los años veinte las organizaciones
de choque del nacionalismo ucraniano en Galitzia (la UVO fundada en 1920, la
OUN en 1929) estuvieron a sueldo del Abwehr, el espionaje militar alemán, que
las orientaba al principio contra Polonia y luego contra la URSS, según su
conveniencia. La historia del nacionalismo ucraniano en Galitzia es compleja en
sus circunstancias, pero su colaboracionismo con los nazis es un hecho, pese a
que en algún momento también lucharon contra ellos (además de contra la Armia
Krajowa polaca y, sobre todo, contra el NKVD de Stalin y el ejército
soviético). Concluida la guerra, el Ejército Insurgente Ucraniano de Stefan
Bandera (UPA, fundado en 1943 durante la ocupación nazi), se convirtió en un
instrumento de la CIA que estuvo armando y lanzando paracaidistas sobre Ucrania
en acciones de sabotaje hasta bien entrados los años cincuenta. El cuartel
general del UPA estuvo en Munich, donde en 1959 el KGB logró asesinar a
Bandera… En términos generales podemos decir que hoy esa tradición continúa:
Dos meses antes del inicio del Maidán, Polonia formó a un grupo de 86
activistas del grupo neonazi “Pravy Sektor”, camuflados como estudiantes, en
una instalación policial, según reveló recientemente la revista polaca Nie. El
National Endowment for Democracy (NED), en la órbita de la CIA, ha financiado
estos últimos años 65 proyectos en Ucrania. La propia señora Nuland explicó a
principios de año que Estados Unidos se había gastado 5000 millones de dólares
para promocionar el cambio de régimen en Kiev. Alemania invitó en febrero a la
plana mayor de la oposición polaca a la Conferencia de Seguridad de Munich, el
cónclave atlantista en el que sus ministros anunciaron una política exterior
más activa con un intervencionismo militar exterior sin complejos… Es mucho lo
que no sabemos, incluido en materia de los francotiradores que el 20 de
febrero, víspera del cambio de régimen, masacraron a policías y manifestantes
en Kiev, pero la tendencia general de la actuación occidental y del apoyo a
esos elementos ha sido clara.
Lo que estamos viendo estos días es un
verdadero espectáculo: aquellos ministros y primeros ministros de Polonia,
Estados Unidos, Alemania y los países bálticos que en 47 ocasiones hicieron
acto de presencia en el Maidán animando a los rebeldes contra un gobierno
electo (“el mundo libre está con ustedes”, resumió el senador McCain) y
condenando la violencia de los antidisturbios, son los mismos que aplauden
ahora la “operación antiterrorista” contra los que no aceptan al nuevo gobierno
atlantista y se rebelan o protestan en el Este y Sur de Ucrania. El gobierno
anterior fue criticado y amenazado por usar la fuerza antidisturbios, pero
estos están usando al ejército. El mismo viernes 2 de mayo en que en Odesa morían
abrasadas y asfixiadas más de 40 personas, incluidas mujeres y un diputado, en
el incendio de un edificio a manos de los partidarios del gobierno de Kíev,
Obama y Merkel amenazaban a Putin con más sanciones sin decir nada al respecto,
mientras los medios de comunicación occidentales miraban hacia otro lado, sin
evocar apenas el suceso o informando de que el edificio (en el que se habían
refugiado activistas de la oposición después de que su cercano campamento
hubiera sido arrasado) “se incendió”. Estoy convencido de que ambos bandos (en
marzo conocí personalmente a sus actores en las calles de Odesa) son por igual
capaces de tal barbaridad. Aquí no se trata de hacer juicios morales contra uno
u otro bando, sino del derecho a una información decente. Creo que a partir de
ahora este tipo de indecencias va a ser crónica en nuestros medios de
comunicación…
“Si
en Bruselas y Washington hubiera buena voluntad, la energía se concentraría en
tres aspectos: garantizar la autonomía y los derechos de la población de Ucrania
sur oriental, renunciar a plantear el vínculo político-económico entre
Ucrania y Occidente como algo incompatible con los vínculos político-económicos
de ese país con Rusia y desde luego garantizar la neutralidad y el no
alineamiento militar contra Rusia de Ucrania, es decir que ese país nunca entre
en la OTAN”
–En algún artículo has comentado que la
anexión de Crimea puede ser, a pesar de lo que pudiera indicar un análisis
superficial, compleja y despertar recelos entre poblaciones y gobiernos (para
entendernos) “rusófilos”. ¿A qué te refieres?
Es un hecho que, al día de hoy, en las
regiones ucranianas más rusófilas y hostiles al nuevo gobierno proocidental de
Kíev, domina el deseo de mantener Ucrania unida y cierto desagrado hacia la
anexión militar de Crimea por parte de Rusia. Ese sentir, unido al hecho de que
el régimen ruso carezca de todo elemento alternativo en lo social y popular,
así como al deseo absolutamente mayoritario de paz y de rechazo a la violencia,
crea un ambiente delicado para Rusia. Si la anexión de Crimea fue una partida
de ajedrez rápida e incruenta que contaba con el apoyo del grueso de la
población de la península, lo que se está librando ahora en Ucrania
sur-oriental es un juego más lento, a largo plazo y con mucho más riesgo. La
base social de la protesta rebelde en el Este de Ucrania y su programa política
(federalismo, referéndums, proclamación de “repúblicas populares”,
secesionismo…) es algo que aún se está cociendo. La situación es mucho más
incierta y abierta que la que hubo en Crimea. Las grandes guerras comienzan
muchas veces con pequeñas escaramuzas y “operaciones antiterroristas” como las
que se observan estos días en la región de Donetsk, Lugansk o Járkov. En otras
regiones como las costeras de Odesa y Nikolaievsk, hubo menos actividad rebelde
entre otras cosas porque en marzo y abril se detuvo a los cabecillas pro rusos,
pero pese a la intensa propaganda sectaria de los medios de comunicación
ucranianos (que no se diferencian en nada de los rusos) y a la moderación que
domina por ejemplo en Odesa, la situación puede cambiar radicalmente con
barbaridades como las del viernes 2 de mayo, obligando a tomar partido y
sumarse a la bronca –hoy minoritaria– a unos y otros.
Hoy, una invasión militar rusa del este y
sur de Ucrania es impensable. La población no la apoyaría. Sin embargo, a medio
y largo plazo la situación puede cambiar de forma radical, dependiendo del
nivel de torpeza y violencia que muestre el gobierno de Kiev en su intento de
recuperar por la fuerza el control de las regiones rebeldes (donde la presencia
de la inteligencia militar rusa –GRU– es evidente), en lugar de negociar y
comprender que no se puede gobernar Ucrania contra Rusia y pretender que haya
estabilidad en la mitad rusófila del país. Otro factor de cambio del sentir
popular es la terapia de choque que el gobierno de Kiev quiere aplicar, de
acuerdo con la receta europea y del FMI. Cuando los jubilados tengan que
dedicar toda su menguada pensión a pagar la cuenta de la calefacción, y las
empresas y fábricas se cierren en aras de una racionalidad cuyo norte es hacer
lugar a la empresa occidental, el rechazo a una invasión militar rusa puede
mudarse en un clamor a su favor. Moscú no desea tal invasión del Sur y del Este
de Ucrania, entre otras cosas porque supondría la aparición de movimientos
armados antirrusos en toda la zona, pero, por razón de esa volatilidad, al
mismo tiempo debe prepararse para tal eventualidad. Eso es precisamente lo que
ha dicho Putin. El escenario máximo es empalmar territorialmente la región de
Pridniestrovia, en Moldavia, con el resto de Rusia, anexionándose todo el sur y
el este de Ucrania, desde Odesa hasta Jarkov, lo que históricamente se conoce
como “Nueva Rusia” o “Pequeña Rusia”. Eso convertiría a la Ucrania independiente
en un estado continental geopolíticamente irrelevante y resolvería por completo
la posición geoestratégica de Rusia en la región. Como digo, hoy tal escenario
es impensable para Moscú. Que suceda o no depende de la actitud de Estados
Unidos y de la Unión Europea. Tengo la impresión de que Estados Unidos quiere
que Putin invada militarmente el sur-este para crearle un Afganistán en casa.
Es el tipo de locuras criminales que hemos visto practicar en Irak, Libia,
Siria y tantos otros lugares, así que no hay que extrañarse por ello. Si en
Bruselas y Washington hubiera buena voluntad, la energía se concentraría en
tres aspectos: garantizar la autonomía y los derechos de la población de
Ucrania sur oriental, por lo menos la mitad del país, renunciar a plantear el
vínculo político-económico entre Ucrania y Occidente como algo incompatible con
los vínculos político-económicos de ese país con Rusia (ese era el problema de
la Asociación Oriental diseñada por la Unión Europea), y desde luego garantizar
la neutralidad y el no alineamiento militar contra Rusia de Ucrania, es decir
que ese país nunca entre en la OTAN. De momento no veo ningún indicio en esa
dirección. Estados Unidos y la OTAN refuerzan su presencia militar en el Este
de Europa, Francia apenas está en este asunto, Alemania ha enviado una misión
de espías militares de su Bundeswehr camuflados como “observadores de la OSCE”
(que, naturalmente, fueron detenidos durante una semana, señal inequívoca de
Moscú a Berlín) y Polonia pide sangre y mano dura… Así, jugando con fuego ha
comenzado el incendio.
–El conflicto entre grandes bloques
(pro-Occidentales y pro-rusos), ¿se reproduce y concreta también en las
repúblicas ex soviéticas del Asia Central? ¿Puedes delimitar, a grandes rasgos,
los dos bandos, si los hay?
El verdadero efecto que la respuesta rusa
en Ucrania tiene en el espacio postsoviético es otro: tanto en Bielorrusia como
en Kazajstán se recela de cualquier política anexionista de Moscú. Gran parte
de la población de Kazajstán es rusa y ambos países pueden temer por su
soberanía e integridad territorial. Rusia debe ser muy cauta y cuidadosa en su
relación con ellos. Lukashenko ya ha mostrado claramente su desagrado. En Asia
Central actúa el factor de China y de la Organización de Seguridad y
Cooperación de Shanghai, por lo que Occidente tiene allí menos posibilidades de
intervención y desestabilización.
–Polonia, Países bálticos, República
Checa…¿Qué papel desempeña la Europa Central y del Este en este tablero global?
Son los vasallos de la geopolítica americana
en Europa. De todos ellos, Polonia es el más beligerante en Ucrania. Es un país
que solo presenta su historia de sufrimiento y maltrato de parte de Rusia,
ocultando su papel imperial y sus ambiciones en Ucrania. Vista desde Rusia,
Ucrania y Bielorrusia, la historia de Polonia tiene lecturas y memorias muy
diferentes a la de Katyn y el reparto del país. Hay que recordar, por ejemplo,
el programa de Pilsudski de recrear en los años veinte la gran Polonia “de mar
a mar” (del Báltico al Negro), o que en vísperas de la segunda guerra mundial
Polonia y la Alemania nazi pactaron la desmembración de Checoslovaquía antes
del pacto Molotov-Ribbentrop… Gracias a su histeria antirusa, Polonia es hoy un
país importante en la UE. La tensión hacia el Este y su entusiasta servidumbre
hacia Washington, otorga peso a Varsovia en la UE. Estados Unidos saca un buen
partido de todos esos países comprensiblemente recelosos del oso ruso. No es
casualidad que en la prevista visita de Obama a Europa en junio, la primera
escala vaya a ser Varsovia. Por lo demás, la Europa Central y del Este es
fundamentalmente un patio trasero de las grandes empresas occidentales,
especialmente alemanas, y una especie de espacio colonial interior de la UE:
mano de obra barata y apoyos políticos a un proyecto europeo involutivo y
militarista.
“Junto
con el rechazo a la involución social, el no a la guerra debería ser el
conductor central de la campaña ciudadana para las elecciones europeas”
–Por último, ¿Cómo evalúas la acción de los
medios informativos europeos y estadounidenses respecto al “polvorín”
ucraniano? ¿Consideras que han sido “militantes”? Si es así, ¿Has observado
excepciones?
En lo que respecta a la prensa alemana,
que es la que más sigo por residir en Berlín, la actitud ha sido la habitual:
toda la responsabilidad es de Rusia, especialmente de su diabólico presidente
ex agente del KGB. No existen los veinte años ignorando los intereses de
seguridad de Rusia, en los que Moscu ha ido proponiendo alternativas siempre
ignoradas por los medios de comunicación y por tanto desconocidas por el
público, y domina la petición de respuestas enérgicas para solucionar la
situación, etc. Repasar los titulares de la prensa de esta semana sobre la
intervención militar de Kíev contra los rebeldes del Este o sobre la masacre de
Odesa, es lamentable. Los medios de comunicación azuzan el belicismo. En
Alemania el hecho de que la patronal y la industria no quieran problemas
innecesarios que comprometan sus negocios en Rusia, introduce algunas
contradicciones y moderaciones en esa línea. Respecto a la opinión pública
europea, aún está francamente dormida. Puede que haya algún malestar por la
situación socio-económica, pero desde luego ni siquiera en la izquierda hay una
verdadera conciencia de las claras tendencias neoimperiales que hay en la UE ni
de la necesidad de oponerse a ellas. Junto con el rechazo a la involución
social, el no a la guerra debería ser el conductor central de la campaña
ciudadana para las elecciones europeas.
Fuente:
http://www.pressenza.com/es/2014/05/guerra-en-ucrania-es-ultima-aportacion-del-imperio-del-caos-crisis/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+pressenza%2FEYhc+%28Noticias+de+Pressenza+IPA+en+espa%C3%B1ol%29
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