Soy
pasajero de bus por convicción. Podría movilizarme en auto particular o en
taxi, pero desde joven aprendí que viajar en bus es la mejor forma de saber en
qué mundo vive uno. Ahora que resido en Cumbayá, tomo un taxi hasta la parada
del bus verde que me lleva al terminal de la Río Coca, donde enlazo con la
Ecovía y así llego fácilmente a mi destino. Esto me permite apreciar la
falsedad de las engañosas promesas del candidato Mauricio Rodas (¿cuántas veces
se habrá subido él a un bus?). En entrevista
radial le escuché decir que el alcalde actual no ha hecho nada para mejorar la movilidad
de los quiteños y que, en vez de prolongar las rutas de la Ecovía, como ofrece
Barrera, él, Rodas, cambiará las unidades de este sistema por otras donde los
pasajeros no viajen apretujados sino cómodos y seguros. ¡Qué manera de engañar
a la gente! Los pasajeros de bus sabemos que no viajamos en el medio más
cómodo. Prometer comodidad ahí es mentir. Si se quiere viajar cómodamente, hay
que hacerlo en automóvil. Ningún transporte masivo en el mundo es modelo de comodidad (¿saben lo que el metro de París en las horas pico?), pero
lo que más nos interesa a sus usuarios no es la comodidad, son otras cosas: buen
servicio, rapidez, seguridad. Y me consta que en la Ecovía (imagino que sucede
igual con el Metrobús y el Trolebús), se ha ganado mucho en esos aspectos. Hace
tiempo no presencio el incidente que era más o menos frecuente antes de
Barrera, del pasajero al que le roban su celular o su billetera. Curiosamente,
mientras quienes viajamos en bus aceptamos incomodidades menores (no falta
alguna vez el patán, pero esto sucede también en todo el mundo), quienes más se quejan
son los automovilistas particulares. ¡Ay de que el auto que va adelante se
detenga por un momento para recoger o para dejar a alguien! ¿Qué le pasa a este
bruto? ¿No puede parar en otra parte? ¡Vieja estúpida, por qué se pasa a mi
carril! ¿No ve que voy de afán? Y así vociferan y maldicen todo el tiempo: cada
automovilista se considera único dueño de las vías, los demás son,
indefectiblemente, brutos. En los buses, además, se aprenden otras cosas.
Siempre que puedo hago mi encuesta particular preguntándole al taxista, al
compañero de viaje en el bus, al que espera en la parada, al tendero. Así sé,
por ejemplo, que también es falsa y manipuladora la visión de Rodas acerca de
la supuesta congestión que, según él, vivimos los habitantes de los Valles. Por
el contrario, en Cumbayá y en sus alrededores, todo el mundo responde
afirmativa y orgullosamente cuando pregunto si ha mejorado el transporte con
las obras realizadas por el actual alcalde, a raíz del traslado del aeropuerto
(por sí misma una magna realización). Se ha descongestionado totalmente el
transporte en este sector. Está el hoy insalvable obstáculo del puente sobre el
Chiche. Que tampoco es tan grave como lo pintan y, además, todos aquí sabemos
que está en proceso la monumental construcción de un super puente que será otro
motivo de orgullo para los quiteños (considero al Gran Quito, el que se ha
integrado ya hasta Tababela y Yaruquí. Una más del gran conjunto de obras que
están en desarrollo (sin hablar de otras, como todo lo que significa limpiar el
cielo quiteño de las marañas de cables) y también en riesgo de paralizarse si
Rodas fuera elegido. Hay que impedirlo. El voto por el alcalde Barrera es un
acto de amor a Quito.
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