El horrible crimen cometido por
fanáticos desorbitados contra Charlie
Hebdo ha sacudido la conciencia del mundo. La gigantesca e instantánea
movilización que vimos en París y otras ciudades francesas y europeas fue
testimonio de ese sacudimiento. Lo que resulta absolutamente inaceptable es que
hayan querido apropiarse de esta manifestación espontánea y sincera, y a favor
de su falaz proclama de libertad de expresión, justamente quienes son la
negación real de esa libertad para la inmensa mayoría de ciudadanos en todo el
mundo.
La gigantesca manifestación fue sólo un
grito cósmico contra la irracionalidad que se ha apoderado de la humanidad. Esto
fue lo que motivó a más de un millón de personas a lanzarse a la calle en una
acción que sólo quería decir ¡Basta! Y fue también el rechazo al intento de reclamar
ese alarido desgarrado en apoyo de cualquier bandera grupal o partidaria o
política, y un no más rotundo a que la
humanidad tenga que estar presenciando a estas horas históricas actos que la
regresan a las más oscuras épocas de barbarie y de salvajismo. No fue más, no fue
menos que eso.
La proliferación de opiniones que el
hecho ha desatado desde los más variados puntos de vista ratifica esta
aseveración. A la primera reacción primordialmente emotiva, le han seguido
intentos de análisis de los muchos elementos que intervinieron para que se
llegara a esta actuación límite. No es solamente el fanatismo religioso que
desde luego es el primer factor que asoma a la superficie. Es muchas cosas más.
Es también el otro lado, el desprecio y
el irrespeto a las creencias y sentimientos religiosos de millones de personas.
Que se tenga otra concepción del mundo y de la vida más conforme con los
avances de la ciencia y del saber, no legitima la burla grosera de la
religiosidad, que no se puede mirar simplemente como si se tratara de una peste
o de una epidemia. No es tan simplista el fenómeno religioso, que ha formado
parte de la cultura humana desde los primeros tiempos. Es una realidad que
debemos reconocer así estemos de acuerdo o no con tales concepciones, y que
debe ser manejada con la mayor delicadeza y tacto, precisamente, si se quiere,
por sus fundamentos elementales. Elementales no quiere decir despreciables. Son
creencias sagradas, gústenos o no, para la inmensa mayoría de los seres
humanos. ¿Es sensato, racional, equilibrado, menospreciarlas y pisotearlas con
la justificación de una parcializada libertad de expresión y un muy sesgado
sentido del humor?
El argumento de que a nombre de creencias
religiosas se han cometido atrocidades a lo largo de la historia, no puede
enarbolarse para justificar acciones opuestas igualmente atroces, ni
estableciendo una competencia fundamentalista entre dogmatismos. Esto sí es
irracional, incoherente, absurdo.
Está el otro lado de este terrible
suceso. La utilización perversa y de manera plenamente deliberada de esa religiosidad
como combustible de la conflictividad social que aqueja al mundo. No es un
hecho ignorado la proliferación de toda clase de sectas y hermandades
religiosas cuyo sostenimiento y financiación despiertan toda clase de sospechas.
Se habla de estrategias geopolíticas que van más allá de todo escrúpulo ético.
Se denuncian ocultos actores políticos que estimulan estos desbordamientos del
fanatismo religioso para avivar conflictos en aquellas regiones y países donde
esto favorece su intervencionismo criminal, genocida: Irak, Egipto, Libia,
Yemen, Siria.
Otro factor evidente que actúa en estos
sucesos es la desaforada concentración de la riqueza que polariza al mundo
entre un reducido grupo de individuos poseedores de las más alucinantes cifras
de riqueza y de recursos, mientras en el otro lado se amontonan multitudes
carentes de soluciones a sus necesidades básicas, y en el centro 200 millones de
trabajadores se debaten en el desempleo. Un mundo así es de hecho un polvorín
universal que inevitablemente revienta por todos lados y que amenaza con una
explosión mayor cuyas consecuencias nadie se atreve a cuantificar.
Como corolario visible de esta insoportable,
irracional inequidad brotan por todas partes hordas de migrantes que escapan de
sus territorios empobrecidos en busca de posibilidades mínimas de supervivencia
en los suburbios de ciudades enceguecidas por los destellos del consumismo. Las
condiciones que predominan en esas colonias –cuasi basureros humanos– añaden a
estas desgracias originadas en la pobreza, la humillación y el menosprecio de
sociedades que, como la francesa, se amurallan tras de sus actitudes
presuntuosas, su racismo y su xenofobia acicateadas desde los grupos de extrema
derecha insensibles e indiferentes al dolor y la ira que ocasionan.
Son todas realidades que se han
entrecruzado de tal modo en esta ocasión que han provocado este sacudimiento brutal
de nuestras conciencias. Ojalá nos lleven a reflexionar en profundidad y a
extraer conclusiones juiciosas y constructivas, y no a un mayor enervamiento de
los odios y de la intolerancia multilaterales.
El mundo, la humanidad requiere un
viraje radical, hacia la paz, hacia la tolerancia, hacia la comunicación
cohesionadora global, derrotar y desterrar la desinformación distorsionadora
que hoy, en nombre de su mendaz libertad de expresión, nos esclaviza y nos
impone la irracionalidad como explicación de estas espantosas realidades.
Alfonso
Monsalve Ramírez
Cumbayá,
15 de enero de 2015
Recomiendo ver los siguientes textos:
http://polodemocratico.net/index.php?option=com_content&view=article&id=7905:charlie-hebdo-una-reflexion-dificil&catid=42:columnistas
http://www.atilioboron.com.ar/
(Atilio Borón: raíces profundas y lejanas)
http://polodemocratico.net/index.php?option=com_content&view=article&id=7904:la-critica-de-la-teologia-se-torna-en-la-critica-de-la-politica&catid=42:columnistas
http://www.pressenza.com/es/2015/01/quien-es-terrorista/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+pressenza%2FEYhc+%28Noticias+de+Pressenza+IPA+en+espa%C3%B1ol%29
http://www.elespectador.com/noticias/elmundo/creencias-religiosas-no-pueden-ser-utilizadas-justifica-articulo-537566
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