CANTO A LA PAZ

 Riela la luna en su cielo sin cadenas
danzan en sus constelaciones las estrellas
arrulla en la montaña a la naciente noche el manantial
cantan en pizzicato las ranas las cigarras y los inquietos grillos
sube la aurora entre velos de nubes transparentes
su desnudez llena el mundo de músicas eróticas
en su nido el gorrión despierta a sus polluelos con sus trinos
la niña sale a regar en el jardín sus margaritas y geranios
el joven despereza sus brazos y adiestra su energía
la anciana llena sus fogones de sedosos aromas de café
y el abuelo asciende a la loma a recoger las chispas guardadas en la leña
marchan los labriegos a preñar las sementeras con sus sueños erectos
los motores se unen al temprano concierto rodeados de muchachas
la secretaria renueva el agua de la rosa que danza en puntas en su escritorio
las máquinas estallan en un tutti de tromba de la tronante orquesta laboriosa
los niños abren los pétalos de sus cartillas para rastrear los tréboles
las niñas recogen sobre el hombro sus trenzas para seducir a sus cuadernos
la jornada se desplaza como un astro rodante afinando sus órbitas
y al caer el ocaso entre mantos de oro y orlas de arco iris
las parejas se toman de las manos en los recodos de noche del camino
para unir sus labios y sellar con miel y promesas sus pactos de corolas y néctares
el soldado envaina sus bayonetas y afila el azadón
los ejércitos se rinden como fichas de dominó doblegadas por sus duelos
en su lugar se alistan escuadrones de obreros armados de entusiasmos unísonos
el poeta recorre cabizbajo los meandros de la melancolía
la maestra prepara las tareas para los amaneceres que se avecinan
los caminos abren calles de honor a sus alumnos para que crucen el océano de la calle
mientras los estudiantes arañan ecuaciones de rimas y de métricas
y al final de la tarde entrenan en la cancha sus equipos de esperanzas
para jugar el domingo en el estadio el gran partido de fútbol
que hará retumbar en las graderías de la vida escuadrones de aplausos
la patria es una fiesta el mundo es un jardín
ahora todos se alejan hacia sus hogares izando en sus rostros como trompetas
las sonrisas triunfales de la paz.

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 Alfonso Monsalve Ramírez

Cumbayá, julio 23 de 2013


Soñemos una Colombia en paz

Soñemos una Colombia en paz.
Imaginemos a Colombia como alguno de esos países que admiramos por su cultura, por su alto grado de civilización, de progreso, de bienestar material, cultural y social.
Y pensemos que Colombia puede ser así.
Imaginemos a Colombia sin guerrillas y sin paramilitares, sin asaltos a poblaciones rurales y sin masacres de campesinos, sin secuestros y sin desaparecidos, sin militares mutilados y sin falsos positivos, sin boleteos y sin amenazas, sin nada de todo esto que hoy constituye nuestros mayores tormentos.
Y pensemos que Colombia puede ser así.
Imaginemos una Colombia sin odios y sin temores, sin rencores y sin venganza, sino con amor y con esperanza y con trabajo y con estudio y con alegría y con fe en nuestro destino como colombianos.
Imaginemos una Colombia sin miseria, con pleno empleo, con estudiantes forjando proyectos grandiosos, con deportistas triunfando en todas las competencias mundiales, con mujeres sobresaliendo por sus fortalezas intelectuales tanto como por su belleza, sin niños hambrientos y enfermos sino floreciendo felices y tranquilos.
Y pensemos que Colombia puede ser así.
Una Colombia en paz.
Y trabajemos por alcanzar esa Colombia.
Colombia puede ser así.
Hagamos cada uno lo que esté a nuestro alcance para forjar esa Colombia en paz.
Comencemos por ver en cada colombiano no un enemigo político, sino un compatriota que puede pensar y ser diferente, lo mismo que nosotros podemos hacerlo y comportarnos libremente sin que eso sea amenaza para nadie.
Miremos a los ojos a cada colombiano y pensemos que puede ser nuestro hermano, nuestro amigo.
Y tendámosle la mano y que en adelante éste sea nuestro saludo:

“La paz sea con nosotros”

Y la respuesta:

“Y con nuestros hijos”

Soñemos esa Colombia y comencemos a construirla ya, hoy, en este momento. Y hagamos realidad nuestro sueño.

Forjemos una Colombia en paz.

La disyuntiva colombiana

Los colombianos nos encontramos ante una disyuntiva vital: elegir entre mantener la situación relativamente normal que vivimos en la actualidad o dejar que suceda lo que sea, que en este caso equivale a abrirle de par en par las puertas a la guerra interna, pero sobre todo a la externa, con todas sus terribles consecuencias.
No se trata simplemente de elegir entre Uribe y Santos. Ni siquiera se trata de elegir entre los diálogos por la paz o volver al conflicto armado. Esta disyuntiva nos sitúa inevitablemente en el entorno regional, en el ámbito de lo que sucede en Latinoamérica y más concretamente en Venezuela.
El propio Uribe se ha encargado de situarla así, con su referencia insistente al castro-chavismo. Cuando resultó elegido senador en las recientes elecciones, en la primera declaración a los medios que le preguntaron cuáles eran sus planes, respondió sin vacilar: combatir al castro-chavismo. Lo ha seguido repitiendo después, dándole más importancia a la problemática regional que a la colombiana. Tampoco hay que olvidar su confesión de que le faltaron pocos meses para invadir a nuestro vecino oriental, ni el hecho real de la entrega de territorio colombiano a los EE.UU. para sus bases militares, objetivo que sí alcanzó a realizar apresuradamente: reabrir esas bases estará en su orden del día más inmediato.
Pero los objetivos y los anhelos del pueblo colombiano no son la guerra sino la paz, no los de atacar a nuestros vecinos ni arreglarle los problemas a otros. Vamos a votar para solucionar los nuestros: y el primero de nuestros propósitos es alcanzar la paz, nuestra paz interna, primero que todo. Desde luego, también la paz externa.
¡Qué bella y qué sencillamente lo dijo nuestro campeón de ciclismo Nairo Quintana en Italia: “Colombia no es guerra, es amor!"
Ni siquiera se trata de atizar sentimientos de odio hacia nadie, ni siquiera ante quienes promueven la guerra. Sino de ver objetivamente –sin odios, serenamente– los hechos: el señor Uribe Velez se ha asignado a sí mismo la tarea de otras fuerzas, muy oscuras, temibles y poderosas, que son el verdadero poder detrás de él. Él no es más que el instrumento ocasional de esas fuerzas externas.
¿Con estos antecedentes, es creíble que su candidato va a suspender “provisionalmente” los diálogos para renovarlos “con condiciones” después? ¿Quién puede creerle a quien se ha visto obligado a desmentirse varias veces en los pocos días que han transcurrido desde la primera vuelta electoral? Una de esas “rectificaciones” fue para borrar su declaración inicial de suspender los diálogos y cambiarla por la de una suspensión “temporal”, sólo para recuperar los votos que se le estaban yendo por su belicismo intransigente.  Después, promete él, vendría la reanudación: pero esto sería solamente para poner a las Farc ante condiciones inaceptables a fin de tener el pretexto que necesita para cerrar definitivamente los diálogos y prolongar el conflicto armado, que tan buenos réditos políticos y financieros le han dado a la derecha colombiana.
No hay duda: Uribe/Zuluaga embarcaría a Colombia en una guerra que todos sabemos dónde puede comenzar pero no hasta dónde puede llegar, pues inevitablemente involucrará a gran parte de la región, con conclusiones desastrosas para nuestro país en todos los órdenes, económico, social y político. ¿Se imaginan ustedes volver a escuchar los señalamientos de castro-chavista a todo el que se atreva a disentir, así como llamaba antes terroristas a todos sus opositores? Ya tuvimos muestras suficientes de a dónde es capaz de llegar este señor de la guerra, agazapado tras de su piel de oveja “piadosa”.
Si el binomio Uribe/Zuluaga llegan al poder, lo que asoma en el horizonte colombiano es el fascismo real, que se ha reactivado en diferentes regiones del mundo que vivimos, y que ahora quiere avivarlo en nuestro continente.
Pero podemos y debemos impedirlo. Votar por Santos tiene en esta ocasión un sentido mucho más allá de identidades ideológicas y políticas: se trata de salvar a Colombia del fascismo internacional. En nuestas manos, en nuestros votos está la decisión.

Alfonso Monsalve Ramírez
Abril 2, 2014