El fallecimiento y sepelio de Nelson
Mandela dieron lugar a expresiones de condolencia sorprendentes, no sólo por la
cantidad sino, sobre todo, por haber logrado unir polos tan extremos y
contrarios como los que quedaron representados en paradigmática síntesis en esa
fotografía de los presidentes Raúl Castro y Barack Obama dándose un cordial
apretón de manos, insólito e inconcebible hasta este momento histórico.
En forma paralela, provenientes de todas
las latitudes geográficas y políticas, los millares de mensajes igualmente
inesperados, más que por su abrumador número, por el perfil de algunos de sus firmantes,
también resumidos en los nombres de Mario Vargas Llosa y de Álvaro Uribe Vélez.
Estas presencias suscitan unánimes sospechas: ¿Descarada hipocresía, cinismo,
desvergüenza o simple oportunismo de quienes saben aprovechar cualquier ocasión
de hacer sonar sus nombres para alcanzar ocultos fines personales?
Como sea, hay un significado superior que
cabe resaltar: fue el homenaje global a un reconocido líder comunista que llegó
a ser incluido por muchos gobiernos y autoridades y hasta por la propia ONU en sus
listas de terroristas, última y extrema manifestación internacional de esa
creación del anticomunismo que fue el macartismo de los Estados Unidos a
mediados del siglo 20.
¿Podemos interpretar estos homenajes también
como la intención, tal vez subconsciente de parte de sus autores, de reivindicar
y resarcir a los cientos y miles de comunistas perseguidos, calumniados,
injuriados, encarcelados, torturados y asesinados durante años por esos mismos gobiernos
y autoridades “democráticas” del “mundo libre”?
* * *
Reproduzco a continuación el profundo y
serio análisis de la victoria electoral del PSUV en Venezuela el pasado 8 de
diciembre, realizado por el periodista y analista internacional Modesto Emilio
Guerrero.
Claves sociales del
triunfo chavista
Modesto Emilio Guerrero*
APORREA
Diciembre
14 de 2013
El viejo apotegma
según el cual en política 2 más 2 nunca da cuatro, tuvo en las municipales
venezolanas del 8 de diciembre una expresión burlona para quienes daban por
sentado que el chavismo tenía la batalla perdida.
Contra todo
pronóstico, incluidos los propios de algunos analistas serios del PSUV y del
movimiento bolivariano, la derecha recibió una paliza tan inesperada como
dolorosa.
Una suma bien
combinada de razones explican una victoria tan chavista, como sorprendente para
el mismo gobierno. Las causas, a pesar de lo que indica el sentido común, no
nacieron con las medidas radicales del mes de noviembre contra la especulación,
aunque estas fueron como el catalizador de un estado de conciencia electoral
dentro y fuera del chavismo. Mucha gente común, chavista y de la otra, siente
que en los últimos 9 meses se conformado un nuevo gobierno, nacido con la
debilidad inevitable dejada por la muerte del líder, pero con una virtud: supo
dar continuidad a las reformas sociales progresivas que caracterizan al
chavismo.
La cara inversa de la
victoria chavista es la derrota de Capriles Radonski, la figura central de la
derecha electoral venezolana desde febrero de 2012 y el conductor asumido de la
campaña de la MUD para el 8 de diciembre.
Como señala el
diplomático venezolano, Arévalo Méndez Romero, “Resulta ser que el
deslegitimado no fue el gobernante (Maduro) sino el opositor aspirante
(Capriles)”.
Efectivamente, La
ratificación de Antonio Ledezma, un hombre de la centroderecha, al frente de la
Alcaldía Metropolitana de Caracas y la ratificación del exchavista Henry Falcón
en el Estado Lara, el tercero más poblado, convierte a ambos líderes en los
nuevos referentes de la derecha venezolana.
Eso tiene un simple
explicación. Bajo el liderazgo de Capriles la oposición ha sufrido 4 derrotas
seguidas en apenas 15 meses de reinado. Ya se huelen los vapores de una lucha a
cuchillo entre Primero Justicia, liderada por el diputado preferido de la CNN,
Julio Borges, Leopoldo López el joven amiguito de Uribe Vélez, Antonio Ledezma,
viejo cuadro adeco, y María Corina Machado, la asidua visitante del edificio
situado en Langley, Virginia. Todos van por la sucesión de Capriles. Aunque
Capriles decida retirarse inerme, lo único seguro es que ha cambiado el clima
para la derecha criolla. Pesados nubarrones sombrean su horizonte.
Una primera conclusión
en un análisis que trascienda la estadística electoral, señala que la
gobernabilidad de Nicolás Maduro, nacida débil, muy débil, ha logrado superarse
a sí misma con una victoria política que deja atrás por los menos dos sombras
amenazantes.
Una, que sin Chávez el
chavismo desparecía. Esta fue la versión más sólida lanzada a mediados de 2012
y sostenida por profetas tarifados como Vargas Llosa, Oppenheimer, Malamud,
Petkoff, Naim. Dos más dos no les dio cuatro y ellos no se enteraron. El luto
por Chávez puede continuar, pero fue superada la inmovilidad pesadumbrosa por
una energía renaciente. Luego de un resultado electoral pobre en las
presidenciales de abril, para ellos era previsible una caída mayor del voto
chavista en las municipales de diciembre, apostando a que los 9 meses transcurridos
disiparan el duelo.
La otra sombra es más
espesa. Ellos apostaron al caos como estrategia, en el mismo sentido al que
inició el desbaratamiento del gobierno de Salvador Allende. La suma de una alta
inflación con devaluación dislocadora, desabastecimiento provocado y
especulación desquisiante del salario familiar, además de apagones y el
asesinato de 21 jóvenes militantes bolivarianos entre abril y octubre, sería
suficiente para desentusiasmar la campaña, crear miedo, desazón y congelar
cientos de miles de votos chavistas. Resultó lo opuesto. La acción
gubernamental se sobrepuso al trauma del comienzo sin Chávez, contuvo y doblegó
la asonada violenta de abril, asumió la ansiada batalla contra la corrupción,
se apoyó en el poder popular para buscar la fórmula de un Estado Comunal, y en
noviembre adoptó medidas radicales contra los especuladores comerciales y
estafadores dolarizados.
La amplia difusión del
Plan de la Patria en barrios, fábricas y comunas, generó una sensación
colectiva, sobre todo en el universo social bolivariano, de que el Gobierno y
Maduro tienen un norte definido, una hoja de ruta para la gobernabilidad. Saben
lo que quieren y saben como hacerlo. Las medidas radicales de noviembre fueron
la señal.
Los datos del triunfo
y el riesgo del triunfalismo
El primer dato
relevante de los resultados no son los resultados, sino la participación
popular en los comicios. Alcanzó al 58,92% del total del padrón electoral en un
país donde el voto es constitucionalmente voluntario. Fue superada la racha de
abstención previas que en algunas casos superaron el 60% del padrón.
El Gran Polo
Patriótico, nombre de la alianza del PSUV con otros movimientos bolivarianos,
logró el 76 % de las alcaldías: 255 de las 335 disputadas. El PSUV se bastó a
si mismo para obtener medio millón de votos mas que toda la MUD, compuesta por
12 fracciones de la burguesía opositora. El chavismo ganó en el 63 % de las
capitales estatales y en 30 ciudades, o sea, el 75 % entre las 40 más pobladas
del país.
El chavismo ganó con
un millón de votos de diferencia sobre la MUD, sumando el medio millón (5,5%)
aportado por los partidos y movimientos bolivarianos aliados al PSUV en el Gran
Polo Patriótico. La suma significó 6.332.716 de votantes a favor del chavismo.
Esta suma se acercó al récord histórico obtenido en las presidenciales de 2006
y se emparentó con lo alcanzado el año 2012. Si consideramos que desde 2007 se
verifica una tendencia decreciente de la masa votante por el chavismo, las municipales
frenaron esa tendencia y abre la posibilidad de cambiar su curso.
Definitivamente las mayorías populares venezolanas se politizaron.
La conseguido en
número de votos, siendo bastante, es inferior al valor cualitativo,
políticamente emocional, que significa haber superado el susto de abril. La
alianza socialista alcanzó el 55 % de los votos nacionales contra 45% de la
derecha. Son 10 puntos netos de ventaja, suficiente para sepultar el 1,8 obtenido
en las presidenciales.
Uno de los datos mejor
guardados es que el chavismo ganó 15 de las 21 alcaldía del Estado Miranda,
gobernada por Capriles Radonski. Esa nueva relación de fuerzas institucional
abre la posibilidad de un un proceso revocatorio al Gobernador a mitad de su
mandato.
En el Estado Aragua,
un bastión tradicional del movimiento bolivariano, tan céntrico como
industrial, el Gran Polo Patriótico ganó 15 de las 18 alcaldías, dejando a la
derecha arrinconada donde más había sumado cuadros en el último tiempo. Cerca
de Aragua, en el estado Cojedes el chavismo ganó los 9 municipios, o sea,
todos. Esa misma señal se verifica en el mapa de las 12 ciudades medianas, con
poblaciones que van de las 100 mil a las 200 mil personas. En ellas, los
bolivarianos ganaron 11 alcaldías, la derecha ganó solo 1.
Otro dato de interés
fue Caracas, donde funcionan dos Alcaldías. Durante la campaña la disputa
parecía ser por la Alcaldía del populoso Municipio Libertador, gobernada por el
chavista Jorge Rodríguez. Pues tampoco dio cuatro la suma de los factores. La verdadera
disputada fue la Alcaldía Metropolitana, en manos de la derecha. Allí la figura
emergente y refrescante del periodista Ernesto Villegas, ex Ministro de
Comunicaciones, le dio un susto al adeco Antonio Ledezma, quien se sentía
indisputado.
La gente vota por algo
Contra lo que sugieren
las apariencias, no fue la campaña electoral lo más relevante, sino el
contenido social de lo votado por los casi seis millones y medio de venezolanos
que dijeron si a los candidatos del gobierno.
La suma de las
reformas sociales del último año, más la consolidación de un gobierno sin
Chávez, al que daban por moribundo, fueron suficientes para soportar
adversidades ciertas como los apagones, el ocultamiento de alimentos y otros
productos, la inflación y la devaluación.
En una elección donde
la gente decide por sus autoridades locales más cercanas, más con la piel
cotidiana, que con el peso del discurso, las consignas o la figura
presidencial, asume importancia recensar algunos datos sociales clave.
En marzo de este año
comenzó a aplicarse la nueva Ley orgánica del Trabajo que rebajó a 40 horas
semanales la jornada laboral. En los últimos 2 años, más de 500 mil nuevos
pensionados no cotizantes, comenzaron a recibir sus pensiones mensuales, con un
salario equivalente al mínimo nacional. El salario mínimo fue incrementado por
Ley en más de 30%. En ese mismo lapso, iniciaron su funcionamiento los primeros
núcleos farmacéuticos que proveen distribución gratuita de medicamentos de alto
precio para tratamiento de enfermedades complejas.
En zonas populosas de
Caracas, Mérida y Barquisimeto se inauguraron nuevos sistemas de transporte
masivo, como cable-carril, tren, metro-cable, trolebús y la segunda línea del
metro de Los Teques, una ciudad montañosa al lado de Caracas.
Estas reformas
progresivas en la vida cotidiana de la gente fueron registradas en un informe
de la CEPAL (Comisión Económica para América latina), publicado apenas 5 días
antes de las elecciones. La CEPAL certifica que Venezuela fue el país más
exitoso en la reducción de la pobreza en América latina. En Agosto de 2013, la
FAO (Food and Agriculture Organization/ONU) hizo un reconocimiento oficial al
Estado venezolano por haber sido el país que más avanzó en el combate al
hambre.
Ni la CEPAL, ni la
FAO, y menos el Papa, son sospechosos de chavismo, pero sus expresiones sirven
para confirmar el signo social más profundo contenido en el voto del 8 de
diciembre.
Seis días antes de las
elecciones, al Papa Francisco se le ocurrió decir en un discurso de
sorprendente similitud con la discursiva chavista, que el capitalismo se ha
vuelto salvaje y cruel. Cualquier vecina venezolana podía verificarlo cuando
iba a comprar productos inflados en precios hasta el 1.200%, o simplemente
desaparecidos de las alacenas.
http://www.aporrea.org/ideologia/a178641.html
*Periodista venezolano
radicado en Argentina. Autor del libro ¿Quién inventó a Chávez?
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