De la visión de Marx sobre el trabajo
–producción y reproducción de la existencia humana– se desprende otra noción:
el trabajo como relación esencial entre el hombre y la naturaleza. Las especies
vivas transforman su entorno –trabajan– para su propia subsistencia. El hombre
lo hace de un modo especial: su mente (actividad cerebral) concibe previamente
la forma que quiere dar a su entorno. Engels lo ejemplifica así: el arquitecto idea
y perfecciona primero en su cabeza la construcción que va a realizar. J.
Bronowsky lo denomina anticipación; Rodolfo Llinás nos habla de “una máquina
para soñar”.
De otra parte, en la visión más
avanzada de la información, esta aparece como uno de los dos principios
dialécticos –el otro es el caos– que rigen el universo: informar es reducir la
incertidumbre existente en el desorden (caos); la incertidumbre se supera con
la información.
El trabajo humano transforma su entorno
natural y cultural guiado por sus conceptos: por su conocimiento. El
conocimiento es el resultado de la información procesada por el cerebro humano.
Las tecnologías de la comunicación elevan el rol del conocimiento en el trabajo
humano.
Esta potestad humana de crear su
entorno específico no actúa, sin embargo, en forma rectilínea: lo mismo que en la
naturaleza, donde zigzaguean caos y estructura, en la forma de existir la
especie humana se entrecruzan desorden y orden, incertidumbre e información.
El mundo en que vivimos hoy aparece como
un caos gigantesco. La especie humana parecería haber perdido la brújula que
guiaba su peregrinar sobre este planeta y por todas partes vemos conflictividad,
agresión, amenazas, guerras. Situaciones límite como la migración incontrolable
hacia Europa, las masacres premeditadas del fundamentalismo islámico, la
expropiación universal de los frutos del trabajo humano por una minoría ociosa
con el resultado de multitudes que sufren y mueren por el hambre, las enfermedades
y la desprotección, la depredación del entorno natural que avanza imparable por
las distorsiones del entorno cultural.
¿Cómo hemos llegado a esto? En primer
lugar, porque el trabajo humano está alienado, esclavizado, desviado de sus
fines. En segundo lugar porque la información, principal herramienta para introducir
orden en su propia existencia social, también está encadenada.
Liberar el trabajo humano de toda forma
de esclavitud, primitiva o asalariada, es la tarea prioritaria de nuestra especie.
Para llevarla a cabo es urgente recuperar la información, también prisionera en
la defensa del estado de cosas imperante.
De no hacerlo, la incertidumbre puede
devenir penumbra absoluta. En este contexto, el Progresismo Latinoamericano, en
dura lucha con la reacción restauradora, asoma como promesa de otro futuro. Sorpresivamente
descubrimos en el norte continental una corriente paralela: Bernie Sanders y su
caudal de votos.
Fuerzas subterráneas que salen a la
superficie con ímpetu de torrente.
Puntos de orden en el caos.
Alfonso
Monsalve Ramírez
alfonsomonsalve.personal@gmail.com
Cumbayá,
21 de abril de 2016