Una Embajada cultural

Las funciones de un diplomático son muchas y diversas, en la medida en que responden al estado de las relaciones entre un país y otro, entre un estado y otro. Se atribuye al rey Enrique III de Francia la creación del primer ministerio de relaciones exteriores y, a partir de entonces, el desarrollo de la diplomacia moderna, que se distanció de las prácticas diplomáticas existentes ya en la Grecia clásica. En el Renacimiento, con la formación del Estado Moderno, en las repúblicas italianas que gozaban de gran prosperidad económica, especialmente Venecia, y ante la necesidad de relaciones pacíficas y cordiales con el exterior, floreció la destreza de los embajadores. Más tarde, con la Paz de Westfalia que selló el final de la Guerra de los Treinta Años, se designaron representantes diplomáticos permanentes de los monarcas ante las diversas cortes europeas. El cardenal Richelieu sustituyó el latín por el refinado francés como idioma diplomático. Por último, en el Congreso de Viena de 1815, se perfilaron las diversas funciones diplomáticas y sus jerarquías, básicamente en tres categorías: embajadores, nuncios o delegados, ministros acreditados ante ciertos estados y encargados de negocios. Hoy se enumeran muchas otras actividades en la medida de la complejidad del mundo actual, pero puede decirse que las funciones de un embajador son principalmente de carácter político, económico y administrativo.
En este marco, destaca el énfasis que el embajador ecuatoriano ante Colombia, Raúl Vallejo, ha dedicado a otro campo de estas relaciones: el campo cultural. Es un acierto que puede atribuirse a dos de las cualidades que trazan la personalidad de Vallejo: su inteligencia y preparación como catedrático, y la sensibilidad del intelectual, escritor y poeta de alta estatura. La sede de la Embajada ecuatoriana cuenta con un acogedor auditorio en el que, junto con otros escenarios, se ha vuelto tradición la presentación de libros, pintores, músicos y otros actores y obras culturales ecuatorianas, con lo que la imagen del Ecuador ha adquirido un perfil bien definido como país de variada y rica flora cultural. También se han presentado trabajos de creadores colombianos, todo lo cual ha contribuido a rodear con un halo reluciente la ardua gestión diplomática impuesta por las situaciones que viven los dos países (mención para Karla Reinoso, Agregada cultural).
En 2015 fueron 36 eventos, entre los que sobresale la exposición “Colores de Latinoamérica” de Oswaldo Guayasamín, en el teatro Julio Mario Santo Domingo, que fue visitada por 8.825 personas del 5 de noviembre al 17 de diciembre de 2015, y por más de 4.000 en la Biblioteca Virgilio Barco. Asimismo el ciclo de eventos realizado bajo el lema “Agosto ecuatoriano en Bogotá”, y muchos más, se unieron a los nombres de escritores, poetas, cineastas, músicos y actores ecuatorianos y a los de talentos colombianos, sobre ese terreno tan fértil para la amistad y el entendimiento entre pueblos hermanos que es la cultura.

alfonsomonsalve.personal@gmail.com
Cumbayá, marzo 10 de 2016

Publicada en El Telégrafo, 14 de marzo de 2016




Lula do Brasil

Brasil es, por varios aspectos, una proyección macro del Macondo garciamarquiano. Quinto país en el mundo por su extensión territorial, quinto por número de habitantes, una de las sociedades más multiétnicas del planeta, su historia salta de la comunidad indígena precolombina a la monarquía imperial, de ésta a la independencia semi republicana por medio de una monarquía constitucional basada en el trabajo esclavo, en otro salto histórico a república dominada por una oligarquía rural elegida en elecciones “democráticas” de corrupción proverbial, la República Vieja que apenas comienza a liberarse cuando Getulio Vargas llega por primera vez a la presidencia que ejercerá por cuatro períodos constitucionales que culminan cuando se suicida en 1954 dejando una carta testamento cuyas palabras hoy resuenan en nuestros oídos presenciando la campaña de alcantarilla de los medios mercantiles de comunicación contra Lula: "Más de una vez las fuerzas y los intereses contra el pueblo se coordinaron y se desencadenaron sobre mí. No me acusan, me insultan; no me combaten, me difaman; y no me dan el derecho a defenderme. Necesitan apagar mi voz e impedir mi acción, para que no continúe defendiendo, como siempre defendí, al pueblo y principalmente a los humildes. Sigo lo que el destino me ha impuesto. Después de décadas de dominio y privación de los grupos económicos y financieros internacionales, me hicieron jefe de una revolución que gané… Volví al gobierno en los brazos del pueblo… No quieren que el pueblo sea independiente… Luché con el pecho abierto. El odio, las infamias, la calumnia no abatirán mi ánimo. Les daré mi vida…”
Brasil: una realidad social donde todo es incoherente porque todo lo hace coherente la pobreza. Donde, cuando Lula llega al poder, estaba prohibido a los pobres trabajar colectivamente y sin patrón, en cooperativas o asociaciones solidarias, la pobreza ni siquiera podía apreciarse en cifras estadísticas porque no existían, había que ir a las calles para verla y tocarla…
Lula y el Partido de los Trabajadores con su lucha habían logrado transformar en algo la situación pero no lo suficiente como para hablar de cambios profundos. Para ganar finalmente las elecciones tuvo que presentar un programa en el que se comprometía a no intentar cambio alguno en el modelo económico, sino aplicar el neoliberalismo y trabajar con el FMI y demás depredadores económicos.
Cualquier juicio que hagamos acerca de Brasil corre el riesgo de ser inexacto. Sólo podemos reconocer que Lula sacó a millones de la pobreza extrema y que las perversas élites brasileras no pueden permitir eso. Odian a los pobres como todas las derechas latinoamericanas y están dispuestas a eliminar como sea a quien se atreva a intentar, nada de socialismo, siquiera la meta cristiana del sermón de la montaña, la de hacer bienaventurados a los pobres, la del Poverello de Asís, la de Juan XXIII, la de Francisco: dar un alivio a los pobres. Ni eso soportan. ¿Quién habla por ahí de revolución?

Publicado en El Telégrafo, 19 de marzo de 2016